Risk Perception and Preventive Practices Among Caregivers of Children Hospitalized for Burn Injuries: a Study in a Mother and Child Hospital in Formosa (2021-2022)
Maestranda: Sian, Marina Rocío
(rociosianformosa@gmail.com)
Universidad Nacional de Entre Ríos
Facultad de Ciencias de la Salud
Maestría en Salud Familiar y Comunitaria
Tesis de Maestría en Salud Familiar y Comunitaria
Directora: Mg. Belmonte, Valeria Andrea
Concepción del Uruguay, Entre Ríos – 2024
Resumen
Objetivo: Analizar cómo se relacionan la percepción del riesgo de quemaduras, el contexto socioambiental y las prácticas preventivas adoptadas por los cuidadores de niños de 0 a 5 años que han sido hospitalizados por quemaduras.
Método: Se adoptó un enfoque integral que combinó métodos cuantitativos y cualitativos desde una perspectiva socioambiental. El estudio se realizó con una muestra de 33 cuidadores de niños de 0 a 5 años hospitalizados por quemaduras en un Hospital Materno-Infantil en la provincia de Formosa, durante el periodo comprendido entre el año 2021 y el primer semestre del año 2022. Se llevaron a cabo entrevistas semiestructuradas y se recopilaron datos sociodemográficos de las historias clínicas.
Resultados: Las quemaduras, en su mayoría térmicas (97%) y ocurridas en la cocina (58%), se originaron principalmente por una supervisión inadecuada de los cuidadores debido a tareas domésticas. Se identificaron diversas prácticas preventivas, principalmente basadas en la supervisión de los niños, a veces como única medida preventiva y en ocasiones acompañada de otras conductas. La percepción de riesgo disminuida en los cuidadores, influenciada por factores cognitivos y sociales, resultó en medidas preventivas ineficaces.
Conclusiones: La investigación resalta la importancia de abordar la construcción social de la percepción de riesgo y promover una educación integral en prevención desde la Salud Familiar y Comunitaria.
Palabras clave: Quemaduras infantiles. Percepción de riesgo. Prácticas preventivas. Contexto socioambiental. Salud Familiar y Comunitaria.
Abstract
Objective: Analyzing the relationship between burn risk perception, the patient’s socio-environmental context, and preventive practices carried out by the caregivers of children aged 0 to 5 years old that have been hospitalized for burns.
Method: An integral approach was chosen for this task, combining quantitative and qualitative methods from a socio-environmental perspective. The study was carried out with a sample of 33 caregivers of children aged 0 to 5 years hospitalized for burns in a Maternal and Child Hospital in the province of Formosa during the period between 2021 and the first semester of 2022. Semi structured interviews were conducted, from which sociodemographic data was collected.
Results: The burn injuries, mostly thermal (97%) and occurred in the kitchen (58%), were mainly caused by inadequate supervision of caregivers due to household chores. Various preventive practices were identified, mainly based on supervision of children, sometimes as the only preventive measure and sometimes accompanied by other behaviors. Diminished risk perception in caregivers, influenced by cognitive and social factors, resulted in ineffective preventive measures.
Conclusions: This research highlights the importance of addressing the social construction of risk perception and promoting comprehensive prevention education from Family and Community Health.
Key words: Burn injuries in children. Risk perception. Preventive practices. Socio-environmental context. Family and CommunityHealth.
Introducción
El ciclo vital individual abarca etapas marcadas por cambios que pueden considerarse crisis, tanto para el individuo como para su grupo familiar (1). Estas fases están influenciadas por determinantes sociales, como factores ambientales, socioeconómicos y de comportamiento. Este enfoque holístico de la salud tiene repercusiones significativas en la salud materno-infantil, ya que el desarrollo adecuado de los niños depende de la calidad de los cuidados parentales, la nutrición, el acceso a servicios médicos y las condiciones de vida saludables.
Durante los primeros años de vida, los niños enfrentan un riesgo significativo de sufrir lesiones no intencionales, siendo las familias de menores ingresos particularmente vulnerables (2,3). Estas lesiones representan un problema de salud pública global, siendo una de las principales causas de muerte y discapacidad prevenibles en la infancia (4,5).
Dentro de las lesiones no intencionales, las quemaduras se destacan como una causa prevenible de mortalidad y morbilidad pediátricas con graves implicaciones físicas, psicológicas, económicas y sociales (6). La Organización Mundial de la Salud (7) informa que las quemaduras son la quinta causa más común de lesiones no fatales en la infancia, con una repercusión considerable en los años de vida saludable. Su incidencia está relacionada con las condiciones socioeconómicas desfavorables y figura entre las principales causas de pérdida de años de vida saludable en países de bajos y medianos ingresos (8).
En América Latina, estas lesiones tienen un efecto significativo en la salud pública, exacerbado por el desarrollo industrial y tecnológico que ha llevado a una falta de atención a la calidad de vida en muchos contextos (9). En países como México y Colombia, las quemaduras son una de las principales causas de muerte en niños y adolescentes (10,11). En Argentina, el 40% de las víctimas son niños, y la mayoría de estas lesiones ocurren en el hogar (12).
Numerosos estudios cuantitativos han identificado a la población infantil como vulnerable a las lesiones por quemaduras, en gran parte debido a su dependencia de los cuidadores. Factores clave que aumentan el riesgo incluyen la supervisión y la falta de medidas de seguridad en el hogar (13,14,15).
También se han realizado investigaciones cualitativas que han destacado la existencia de diversos riesgos en los hogares y la falta de reconocimiento de los mismos por parte de los adultos responsables. Estos estudios han identificado percepciones, creencias y conductas que reducen la percepción del peligro y han destacado la importancia de la información sobre medidas preventivas, las rutinas de los cuidadores y la creencia en la falta de control (16,17).
Ante lo expuesto, las percepciones de riesgo de los padres son fundamentales en la seguridad de los niños y en la prevención de lesiones. La forma en que los adultos evalúan los riesgos y toman decisiones sobre la seguridad de sus hijos está influenciada por sus procesos cognitivos y comprensión de los fenómenos (18).
Esta investigación se propuso analizar la relación entre la percepción de riesgo, el contexto socioambiental y las prácticas preventivas adoptadas por los cuidadores de niños que han sido hospitalizados por quemaduras en un Hospital materno infantil de Formosa. Este centro es el único pediátrico en la provincia para referencia y derivación pública, por lo que recibe a la mayoría de los pacientes quemados, tanto de zonas urbanas como rurales.
Aunque se han revisado investigaciones previas sobre el tema en diferentes poblaciones y contextos, esta población específica ha sido en gran medida excluida de la literatura científica. Por lo tanto, existe un vacío de conocimiento respecto a la prevención de lesiones y su impacto en la salud de estas comunidades locales. Se espera que los resultados proporcionen información valiosa para el sistema de salud y los profesionales médicos, mejorando así la seguridad y el bienestar infantil.
En este sentido, resulta fundamental recuperar la categoría de totalidad y la pluralidad de la subjetividad integrada en instancias jerarquizadas (familiar, comunitaria, estatal, societal), conduciendo a una nueva comprensión de la salud y la enfermedad infantil desde lo socioestructural y lo sociosimbólico, incorporando la multiculturalidad (19).
De lo expuesto, surgen interrogantes sobre la situación de familias con niños hospitalizados por lesiones de quemaduras en un hospital materno infantil de la provincia de Formosa. Desde la perspectiva profesional de una Licenciada en Instrumentación Quirúrgica, estas cuestiones se convierten en un punto de partida esencial para un análisis profundo y la identificación de áreas con implicancias directas en la salud familiar y comunitaria.
Objetivo General
✓Analizar cómo se relacionan la percepción del riesgo de quemaduras, el contexto socioambiental y las prácticas preventivas adoptadas por los cuidadores de niños de 0 a 5 años que han sido hospitalizados por quemaduras en un Hospital materno infantil de Formosa durante el periodo comprendido entre el año 2021 y el primer semestre del año 2022.
Objetivos Específicos
✓Identificar las circunstancias y contextos específicos en los que ocurrieron las quemaduras infantiles, examinando factores como el entorno doméstico, la supervisión parental y las condiciones ambientales.
✓Reconstruir el evento de la quemadura a partir del relato de los cuidadores de niños de 0 a 5 años hospitalizados en un Hospital Materno infantil de Formosa durante el periodo comprendido entre el año 2021 y el primer semestre del año 2022.
✓Establecer las prácticas preventivas adoptadas por los cuidadores para evitar quemaduras en niños de 0 a 5 años hospitalizados en un Hospital Materno infantil de Formosa durante el periodo comprendido entre el año 2021 y el primer semestre del año 2022.
✓Explorar la percepción de riesgo de quemaduras que poseen los cuidadores de niños de 0 a 5 años hospitalizados en un Hospital Materno infantil de Formosa durante el periodo comprendido entre el año 2021 y el primer semestre del año 2022.
Aspectos Teóricos e Investigaciones Sobre el Tema
Capítulo I
La Salud Ambiental Infantil
En términos de salud ambiental, el ambiente se define como el conjunto del mundo físico que rodea a los seres humanos, incluyendo otros organismos y sus interacciones (20). La salud está estrechamente vinculada a factores ambientales como la calidad del aire, el agua, el hacinamiento, los productos químicos, los vectores de enfermedades y los factores sociales (21). La salud ambiental no sólo estudia cómo el entorno afecta a la salud, sino que también busca diseñar acciones para prevenir o mitigar esos efectos, promoviendo la sostenibilidad (22,21).
Los riesgos en salud ambiental provienen de factores como la concentración de poder económico, la desnacionalización de las economías, los sistemas de producción y consumo, y las desigualdades socioeconómicas (23). Estos riesgos pueden clasificarse en biológicos, químicos, físicos, mecánicos y psicosociales (24). En las últimas décadas, el crecimiento económico e industrial ha incrementado el uso de recursos naturales, lo que ha resultado en mayores niveles de contaminación del aire, agua y suelo, con un impacto negativo en la salud humana (25).
En este contexto, el estado de salud refleja la interacción entre el sistema biológico de una persona y su entorno (26). El proceso salud-enfermedad es un resultado de estas interacciones y varía en función de la vulnerabilidad de las poblaciones a los riesgos ambientales (19). Aunque las amenazas ambientales afectan a toda la población, los niños son especialmente vulnerables (27). De hecho, más del 25 % de las muertes de menores de cinco años están relacionadas con la contaminación ambiental (28). Esto ha llevado a que la salud ambiental infantil se considere un problema independiente y uno de los principales desafíos sanitarios del siglo XXI, según la OMS (29,30).
El entorno en el que los niños crecen tiene un impacto directo en su salud. En particular, el entorno familiar juega un papel central, ya que es el primer espacio de desarrollo humano (31). Un hogar saludable ofrece seguridad, espacio adecuado y protección frente a riesgos ambientales. Por el contrario, viviendas precarias aumentan la vulnerabilidad, especialmente en familias de bajos ingresos (32,33). En este sentido, la seguridad infantil, especialmente en contextos de alta morbimortalidad por lesiones accidentales, es un tema de gran relevancia (34). Factores como el hacinamiento, el uso de materiales inseguros y la falta de acceso a utensilios adecuados incrementan el riesgo de accidentes, como las quemaduras en los niños (35).
En los países en desarrollo, los principales riesgos ambientales incluyen agua insegura, saneamiento deficiente, contaminación del aire y exposición a sustancias peligrosas. En contraste, en los países desarrollados, los niños están más expuestos a sustancias tóxicas, mala alimentación y sedentarismo (36). En Argentina, factores como la pobreza, la calidad de la vivienda y el acceso desigual a servicios básicos tienen un fuerte impacto en la salud infantil (37). Los principales problemas incluyen la mortalidad prematura y las lesiones infantiles (38). Estudios en contextos de pobreza han demostrado que las condiciones sociales y económicas están directamente relacionadas con la frecuencia de estas lesiones (39).
En la provincia de Formosa, el uso de materiales inseguros y prácticas culturales como la cocción con fuego o la quema de basura aumentan el riesgo de quemaduras, similar a lo que describen Berrueta y Magallanes (40) en ambientes análogos. Estos factores afectan tanto la salud infantil como el medio ambiente. Además, las prácticas familiares de supervisión influyen directamente en la ocurrencia de lesiones infantiles (41). Al mismo tiempo, según el Instituto Nacional de Estadística y Censos (42), Formosa tiene el mayor índice de población indígena del Nordeste Argentino (5.4%), y los niños originarios enfrentan un riesgo elevado de sufrir quemaduras debido a factores socioeconómicos y culturales desfavorables (41,43).
En tales circunstancias, la seguridad del niño en el hogar depende de tres factores clave: la creación de entornos domésticos y comunitarios seguros, la responsabilidad efectiva de padres o cuidadores, y el acceso constante y adecuado a servicios de salud (44). Sin embargo, a pesar de la existencia de marcos normativos y directrices sobre vivienda y salud, a menudo falta una coordinación integral que abarque todos los aspectos relacionados con la vivienda, la salud humana y la seguridad (45). Mientras que las normativas laborales para prevenir accidentes son claras, en el hogar frecuentemente no se aplican regulaciones similares (46).
A pesar de estos desafíos, es fundamental reconocer que un ambiente digno es un derecho humano básico (47). La Convención sobre los Derechos del Niño (48) establece que los niños son sujetos de derechos desde su nacimiento, y el Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (49) subraya que el Estado debe garantizar el cumplimiento de estos derechos a través de políticas públicas, con la responsabilidad de la sociedad de asegurar que todos los niños disfruten de su niñez.
La salud ambiental, como parte de la salud pública, considera que el estado del medio ambiente es clave para el bienestar colectivo, destacando la responsabilidad del Estado en su promoción y protección (19). Abordar la salud ambiental infantil requiere una visión holística y un trabajo interdisciplinario y comunitario para asegurar el derecho a un ambiente sano (50). Incorporar un enfoque multidisciplinario que incluya higiene y seguridad es esencial para mitigar riesgos en los entornos infantiles (51). Finalmente, invertir en educación sobre prácticas preventivas y optimizar el entorno familiar puede ser decisivo para mejorar la protección de los niños frente a lesiones involuntarias (52).
Capítulo II
Las Quemaduras en la Niñez: Enfoque Desde la Salud Familiar y Comunitaria
Las lesiones no intencionales son una causa significativa de morbimortalidad en la infancia, provocando dolor, sufrimiento y discapacidad, y generando graves repercusiones en el desarrollo físico, mental y social de los niños, niñas y adolescentes afectados (53). Estas lesiones se definen como daños físicos causados por una exposición breve a energía mecánica, térmica, química o radiante (54). Dentro de este conjunto, las quemaduras se destacan como una de las formas más comunes y graves de lesiones infantiles, junto a accidentes de tránsito, ahogamientos, intoxicaciones y caídas (55).
Las quemaduras son especialmente preocupantes por las secuelas físicas, funcionales, estéticas y psicológicas que comprometen la calidad de vida a largo plazo de quienes las sufren (56,57). En Argentina, estas lesiones representan la tercera causa de muerte por trauma en niños (58), lo que subraya su relevancia como un problema de salud pública.
Causadas por agentes térmicos, radiactivos, químicos o eléctricos (59), las quemaduras, que pueden afectar tanto la piel como otros tejidos, varían en gravedad según la duración de la exposición y la capacidad del agente para transferir energía (60). En la niñez, las quemaduras térmicas son las más frecuentes, representando aproximadamente el 85% de los casos. Entre ellas, las escaldaduras, provocadas por líquidos calientes, son especialmente comunes en menores de 5 años. También pueden ocurrir quemaduras por contacto con llamas, agentes volátiles o inhalación de humo (61).
En menor medida, las quemaduras eléctricas, que constituyen un 20% de las lesiones en infantes a nivel mundial, ocurren principalmente por contacto con tomas de corriente o cables en mal estado. Aunque menos frecuentes, implican hospitalizaciones prolongadas y un alto riesgo de mortalidad (62). Por su parte, las quemaduras químicas, causadas por productos de limpieza que contienen ácidos o alcalinos, varían en gravedad desde inflamaciones leves hasta lesiones potencialmente mortales (63). Finalmente, también deben considerarse las quemaduras por radiación, ya sea por exposición a rayos ultravioleta o radiaciones ionizantes (61).
Las características sociodemográficas, como la edad y el género, juegan un papel decisivo en la vulnerabilidad a las quemaduras en la infancia. Las niñas de 5 a 10 años están más expuestas debido a su participación en tareas domésticas, mientras que los varones de 2 a 4 años enfrentan mayor riesgo por su impulsividad y menor supervisión parental (64, 65). A medida que los niños crecen, las quemaduras por fuego directo y otros agentes fuera del hogar se vuelven más comunes, complicando el pronóstico (66). Sin embargo, en los más pequeños, especialmente en niños de 1 a 5 años, las quemaduras en el entorno doméstico, como las escaldaduras en la cocina, son las más frecuentes (61, 67).
Dado que el hogar es el principal escenario donde ocurren muchas de estas lesiones, el papel de la familia resulta categórico. Como institución y grupo social, la familia cumple funciones económicas, educativas y culturales, y forma parte de procesos sociales más amplios que abarcan dimensiones productivas, culturales y políticas (68,69). Aunque ha experimentado grandes cambios en las últimas décadas (70), sigue respondiendo a necesidades humanas universales como la sexualidad, la reproducción y la subsistencia cotidiana (71). Se la considera responsable de la crianza, proveedora de cuidados de calidad y un espacio protector con un fuerte sentido de responsabilidad en el bienestar infantil (72). No obstante, su adecuado funcionamiento depende del bienestar general, incluyendo el acceso a vivienda, alimentación, trabajo y educación (73).
En este contexto, es más preciso hablar de formas familiares, que del término genérico familia, ya que este último puede ocultar la diversidad de modelos existentes (19). Desde esta perspectiva, se pueden distinguir dos tipos de familias: la de residencia, que agrupa a quienes cohabitan en el mismo hogar, y la de interacción, que incluye vínculos de parentesco y obligaciones recíprocas, aunque los miembros vivan en hogares distintos (74).
Estas formas familiares influyen directamente en las prácticas de crianza, fundamentales para satisfacer las necesidades cotidianas del niño, quien depende completamente de sus cuidadores para asegurar su supervivencia, crecimiento y desarrollo psicosocial (75,76). Dichas prácticas, realizadas por padres, madres y otros cuidadores, también facilitan la comprensión del entorno (77).
Aunque la familia, y en particular la mujer, suele asumir la mayor parte de la responsabilidad del cuidado, otros miembros familiares, redes sociales y servicios estatales también desempeñan un rol esencial (76). La presencia de un niño en el hogar exige una reorganización significativa de las dinámicas familiares, lo que requiere el apoyo constante de estas redes e instituciones (78). Sin una adecuada gestión de estos factores, pueden surgir lesiones no intencionales en la infancia, evidenciando riesgos no detectados en el entorno familiar y reflejando un fracaso en las estrategias de prevención de la Atención Primaria de Salud (79).
Por lo tanto, la promoción de la seguridad infantil presenta un desafío significativo para los profesionales de la salud (80). Este desafío requiere un enfoque integral que contemple tanto la salud familiar como el contexto comunitario, considerando la importancia de las articulaciones sociales y la colaboración entre diferentes actores (81). Es esencial involucrar a toda la comunidad, incluidas las instituciones políticas y gubernamentales, así como a diversas disciplinas, para crear un entorno seguro para los niños (82).
En consecuencia, la implementación de políticas de salud que integren un enfoque familiar y comunitario puede contribuir a la reducción de lesiones no intencionales en la niñez. Estas políticas deben mejorar el entorno familiar, facilitar el acceso a recursos y servicios esenciales, y promover prácticas preventivas eficaces. Este enfoque debe ser holístico, considerando las determinaciones sociales, políticas, económicas e ideológicas que afectan la salud de las familias y comunidades (83). Además, es fundamental evaluar continuamente el resultado de estas intervenciones y ajustar las estrategias de acuerdo con las necesidades cambiantes de la población (84).
Capítulo III
Las Prácticas Preventivas para Evitar Quemaduras
La prevención se define como la capacidad de anticiparse a eventos adversos con el objetivo de evitarlos (85). Este enfoque implica la implementación de estrategias proactivas que permiten gestionar situaciones potencialmente riesgosas antes de que se materialicen (86).
En el ámbito de la salud, la OMS define la prevención como la reducción de factores de riesgo para evitar enfermedades y la mitigación de sus efectos una vez manifestados (87). Este concepto es fundamental en la salud pública, especialmente para prevenir lesiones infantiles que, aunque prevenibles, pueden causar mortalidad, morbilidad, discapacidad y altos costos económicos (88).
Las actividades preventivas se clasifican en tres niveles: prevención primaria (antes de que ocurra la lesión), secundaria (momento inmediato) y terciaria (después de la lesión). Estos niveles permiten identificar el momento oportuno para intervenir y aplicar estrategias específicas en cada etapa de prevención (87).
Las quemaduras pueden prevenirse mediante intervenciones eficaces, que reducen tanto el costo individual como social (89, 65). La educación de padres y cuidadores es esencial para crear un entorno seguro y supervisar adecuadamente a los niños (84). Las intervenciones en el hogar, orientadas a la identificación y mitigación de riesgos, son más efectivas que aquellas centradas únicamente en medidas físicas de seguridad (90).
Los programas educativos dirigidos a padres, cuidadores y educadores deben enfocarse en aumentar la conciencia sobre los riesgos, promover prácticas preventivas y fortalecer la capacidad de respuesta ante emergencias (79). En este sentido, las prácticas preventivas en el hogar, influenciadas tanto por la educación recibida como por la imitación de los cuidadores, se refieren a los comportamientos y acciones que las familias adoptan para evitar lesiones no intencionales (91).
La supervisión constante por parte de un adulto responsable es una de las medidas más efectivas y económicas para prevenir accidentes en los niños. Incluso un breve período sin vigilancia puede incrementar significativamente el riesgo de lesiones (92), y esta necesidad de supervisión varía según las características del niño, el nivel de riesgo ambiental y las dinámicas familiares (93). Para los niños menores de 6 años, la supervisión debe ser particularmente activa y cercana, lo que implica no solo observar y escuchar al niño, sino también mantener una proximidad física adecuada y un conocimiento exhaustivo de su entorno (93).
A medida que los niños crecen, la supervisión debe adaptarse a su desarrollo y capacidades. Los más pequeños requieren vigilancia cercana debido a su limitada comprensión del riesgo, mientras que, a medida que maduran, esta supervisión puede evolucionar hacia un enfoque de monitoreo de su comportamiento, aunque sigue siendo esencial para garantizar su seguridad (93).
La supervisión debe ir acompañada de medidas básicas de seguridad para mitigar los peligros (94). En este sentido, los padres deben establecer expectativas realistas sobre el comportamiento de sus hijos según su edad, ya que las lesiones son más probables cuando no logran anticipar las capacidades y limitaciones de los niños al realizar diversas actividades (90). Es fundamental identificar los riesgos más graves a los que están expuestos en cada etapa de su crecimiento (95) y anticiparse a ellos a medida que desarrollan sus habilidades motoras y cognitivas (67, 96).
Para gestionar eficazmente estos riesgos y asegurar un entorno seguro, los cuidadores pueden adoptar tres tipos de conductas: evitativas, prohibitivas y formativas o educativas (97,98). Las conductas evitativas buscan eliminar o reducir los riesgos de lesiones en los niños, implicando la identificación proactiva de peligros y la adopción de medidas preventivas. Este enfoque es especialmente relevante en etapas iniciales del desarrollo, donde la supervisión constante y la adaptación del entorno son fundamentales (97). Por ejemplo, se recomienda evitar que los niños entren a la cocina o utilizar las hornallas traseras al cocinar, medidas recomendadas en guías de salud infantil (99, 100).
Algunas recomendaciones específicas incluyen, entre los 0 y 6 meses, no sostener líquidos calientes mientras se carga al bebé, evitar dejar al niño solo en casa y supervisar la temperatura del agua durante el baño. Entre los 6 y 12 meses, es importante impedir que el niño esté en la cocina durante la cocción y proteger chimeneas y fuentes de calor. Para los niños de 1 a 3 años, se debe buscar un equilibrio entre la vigilancia y la libertad para explorar, adaptando el entorno. Finalmente, entre los 3 y 6 años, se debe evitar la manipulación de fuegos artificiales y tomar precauciones especiales contra quemaduras por electricidad (101).
Por otra parte, las conductas prohibitivas, que forman parte de la imposición de límites a los hijos, suelen manifestarse cuando el niño comienza a comprender órdenes y a expresar sus deseos. Esta situación puede generar rivalidad con los padres (97,98). Según Paliwoda (102), un límite representa un punto que marca el fin de algo, indicando lo que no debe sobrepasarse. Imponer límites en la crianza no sólo resguarda a los niños de posibles riesgos, sino que también facilita su desarrollo emocional, promoviendo la autorregulación a medida que crecen y maduran (103).
Enseñar normas y límites a un niño implica utilizar la comunicación como una herramienta fundamental. Sin embargo, en contextos de desamparo, los progenitores a menudo enfrentan dificultades para imponer estos límites sin recurrir al autoritarismo. Esto puede afectar su credibilidad y la eficacia de su autoridad (103).
Finalmente, las conductas formativas o educativas son estrategias generales de los padres orientadas a enseñar a los hijos sobre la responsabilidad de sus acciones y los riesgos asociados (97). Dichas estrategias, fundamentales para la prevención de lesiones no intencionales, se implementan durante la edad escolar, un periodo determinante en el que los niños aprenden a distinguir entre actividades seguras y aquellas que conllevan riesgos (98). En este contexto, las intervenciones verbales, como las advertencias, pueden ser útiles, pero no siempre son efectivas si el niño no las sigue (104). Por lo tanto, es fundamental que, además de supervisar, se les enseñe a los niños a reconocer peligros y a actuar con responsabilidad.
Carreira Vidal (97) señala que evitar, en contraposición a educar, es una disyuntiva al abordar tareas de prevención. Sin embargo, ambas estrategias son compatibles si se aplican adecuadamente. Es esencial proteger a los niños de peligros y enseñarles a comportarse de forma segura, incluyendo la identificación de riesgos y el desarrollo de la autonomía según su desarrollo. Así, podrán adoptar conductas seguras y entender las consecuencias de sus acciones (101). También deben saber que ciertas tareas son exclusivas de los adultos (92). Lo ideal es equilibrar protección y autonomía, evitando tanto la sobreprotección como la falta de cuidados (101).
Capítulo IV
Percepción del Riesgo de Lesiones por Quemaduras
La percepción es un proceso cognitivo activo que permite captar, procesar y darle sentido a la información del entorno (105). Este proceso es fundamental para que las personas se adapten de manera efectiva a su contexto, ya que facilita la interpretación de su entorno y guía sus respuestas (106).
La percepción se construye a partir de los estímulos que llegan al cerebro, los cuales son interpretados en función de nuestras creencias, pensamientos y modelos mentales (107). En situaciones de estímulos complejos o ambiguos, este proceso tiende a estar más influenciado por las experiencias previas del individuo que por las características objetivas del estímulo (107). Asimismo, factores como el entorno, la cultura y las diferencias individuales afectan la forma en que percibimos la realidad (108).
No obstante, como señala Palmi (106), la percepción humana es inherentemente parcial, imperfecta y subjetiva. Aunque el cerebro humano es una estructura altamente evolucionada, resulta sorprendentemente vulnerable a interpretar la realidad de manera distorsionada (108). Por ello, es esencial diferenciar entre la realidad objetiva y la interpretación personal que cada individuo construye (106).
Para entender cómo se interpreta y percibe el entorno, se han desarrollado varias teorías relacionadas con la percepción sensorial, que buscan responder preguntas básicas de la existencia cotidiana de las personas (109). La Teoría Gestalt, formulada por Wertheimer, Koffka y Köhler en el siglo XX, sostiene que la percepción es central en la actividad mental y que funciones como el aprendizaje y la memoria dependen de una correcta organización perceptual (110). El concepto de Gestalt, que significa “forma” o “contorno”, resalta la importancia de ver objetos y eventos como patrones completos en lugar de elementos individuales, basándose en principios como la proximidad, la similitud y el cierre (111,112).
Otra teoría relevante es la Teoría de la Percepción Directa de James J. Gibson, que plantea que la percepción es un proceso directo en el que los sentidos captan información del entorno sin necesidad de interpretación adicional (113). Según este modelo, el estímulo proporciona suficiente información para guiar la conducta de manera efectiva (114).
En contraste, la Teoría de la Percepción de Gregory, ampliamente aceptada por muchos investigadores en la actualidad, fue desarrollada por el psicólogo británico Richard Gregory en 1966 (115). Esta teoría argumenta que la percepción es interpretativa y depende de cómo nuestro cerebro procesa los datos sensoriales. Gregory sugiere que nuestras percepciones están influenciadas por experiencias pasadas y pueden dar lugar a ilusiones, que son percepciones incorrectas causadas por limitaciones sensoriales o errores de interpretación (116).
Estas teorías sirven como base para comprender cómo los cuidadores perciben el entorno familiar, lo cual es esencial para analizar su percepción del riesgo en el contexto de las quemaduras infantiles. No obstante, para entender este complejo constructo, es necesario abordar primero el concepto de riesgo. A menudo, el riesgo se confunde con el de peligro, que se refiere a una fuente de daño, es decir, al potencial de un agente ambiental para perjudicar la salud de los individuos si se produce una exposición suficiente (117). En cambio, el riesgo es la probabilidad de que suceda un evento con consecuencias negativas, presente en todas las actividades cotidianas y variable en su gravedad (118). Este concepto se compone de la probabilidad de que ocurra un desenlace adverso y la magnitud de sus consecuencias. Así, a mayor probabilidad y gravedad del resultado, mayor será el riesgo (117).
En este sentido, la exposición a diversos riesgos puede provocar una amplia gama de consecuencias, como enfermedades o accidentes (118). Estas consecuencias incluyen tanto eventos potencialmente peligrosos como aquellos que realmente lo son. Un incidente, por ejemplo, se refiere a un evento con el potencial de causar daño, aunque no siempre deriva en una lesión real (119). En cambio, un accidente es un evento repentino e inesperado que resulta en lesiones que requieren atención médica inmediata (120). Los accidentes suelen revelar riesgos no identificados o no mitigados, que se hacen evidentes a través de sus resultados (121).
Los niños son uno de los grupos más vulnerables a estos riesgos, ya que, debido a su etapa de desarrollo, están constantemente expuestos a accidentes y lesiones (98,122,9). En este contexto, la OMS sugiere utilizar el término “lesión no intencional” en lugar de “accidente”, para modificar la percepción de inevitabilidad y resaltar la posibilidad de prevención e intervención sobre los factores que influyen en su ocurrencia (98).
Un número significativo de estas lesiones sucede en el entorno doméstico, que a menudo presenta riesgos evitables que impactan directamente en la salud y bienestar de los niños (123). La familia, como núcleo fundamental donde los niños desarrollan su capacidad para enfrentar riesgos, puede ser también el escenario donde, ante cualquier descuido, se produzcan lesiones no intencionales (34).
Las características del ambiente doméstico, como la seguridad de los espacios, la presencia de elementos peligrosos y la falta de orden, son determinantes en la ocurrencia de lesiones (41,13,93). Elementos peligrosos, como enchufes sin tapas, prolongadores expuestos y muebles mal asegurados, representan serios riesgos para los niños (92). Las áreas de mayor inseguridad son la cocina y el baño, donde el uso inadecuado de objetos y fallas en los elementos del hogar pueden dar lugar a incidentes graves (124, 34).
La escasa supervisión y acciones imprudentes de los cuidadores, como fumar en la cama (65) o permitir que los niños accedan a áreas peligrosas, aumentan significativamente el riesgo de lesiones, especialmente quemaduras (125,13,126).
Las redes de apoyo familiar, esenciales en el cuidado infantil, pueden convertirse en un riesgo cuando se delega el cuidado a personas cuyas casas presentan peligros desconocidos o inapropiados para los niños (17). La delegación del cuidado a hermanos menores expone tanto al cuidador como al niño a situaciones peligrosas (126).
Estas prácticas familiares riesgosas, sostenidas a lo largo del tiempo sin consecuencias negativas, generan una falsa sensación de seguridad que lleva a la minimización del riesgo y a una falta de cuidado adecuado, aumentando así la vulnerabilidad de los niños (127,17). Esto subraya la importancia de analizar cómo perciben el riesgo los cuidadores en la explicación de las quemaduras en la infancia.
En este contexto, la percepción del riesgo se define como la valoración personal de la probabilidad de que ocurra un accidente específico y el nivel de preocupación por sus consecuencias (128). En el ámbito de la salud, esta percepción se traduce en un juicio subjetivo sobre los peligros que amenazan el bienestar personal, lo que orienta las acciones de prevención y afecta el cumplimiento de las recomendaciones de salud (129,130).
Este juicio subjetivo está influenciado por una variedad de factores psicológicos, sociales y culturales (131), lo que puede distorsionar la realidad y diferir del riesgo real (132). Una percepción inadecuada del riesgo puede llevar a valoraciones erróneas del peligro, contribuyendo a errores humanos (133).
Las distorsiones perceptuales se manifiestan en dos formas opuestas: amplificación (o percepción aumentada) y atenuación (o percepción disminuida). La amplificación ocurre cuando los peligros son excesivamente visibles y sus efectos se exageran, mientras que la atenuación se presenta cuando los peligros son poco visibles y sus efectos son minimizados o ignorados (134).
En el contexto de las quemaduras en la infancia, la percepción del riesgo por parte de padres y cuidadores es fundamental. La forma en que perciben los riesgos asociados a diversas circunstancias influye en su adopción de comportamientos preventivos o, por el contrario, en la subestimación del peligro, lo que puede obstaculizar la prevención efectiva (135,136). Comprender cómo los cuidadores valoran y responden a los riesgos es clave para diseñar estrategias que promuevan conductas seguras y reduzcan el riesgo de lesiones infantiles (18).
En este sentido, factores psicológicos como el autopositivismo, la deseabilidad social y el autocontrol están asociados con la percepción del riesgo en salud (131,137). Elementos contextuales, diferencias individuales y experiencias previas también contribuyen a las variaciones en esta percepción (17). Por ejemplo, las personas suelen percibir un mayor riesgo si un familiar ha padecido una enfermedad específica (138). En contraste, la falta de experiencias negativas puede llevar a una mayor tolerancia al riesgo, generando una sensación de seguridad (17).
La percepción de control sobre la situación también juega un papel importante (139). A menudo, las personas subestiman el riesgo real debido a un fenómeno conocido como “optimismo irreal”, “optimismo irrealista” o “Ilusión de control”, que se manifiesta cuando creen que tienen menos probabilidades de experimentar eventos negativos de lo que realmente les corresponde (130,140). Este sesgo genera un sentido de confianza que persiste debido a la ausencia de consecuencias negativas durante un período prolongado (17).
Las creencias de control se relacionan con la percepción individual de la capacidad para influir en eventos significativos en la vida. Rotter acuñó el término “locus de control” para describir el grado en que las personas sienten que tienen control sobre los resultados de sus acciones (141). Cuando las personas creen que los eventos no están determinados por su control, se considera un “locus de control externo” (142), lo cual es común en el contexto de las quemaduras infantiles, donde las lesiones se perciben como inevitables (143), atribuidas al destino, la fatalidad o lo místico (144,145,146). En contraste, un “locus de control interno” se caracteriza por la creencia de que las acciones personales influyen en los resultados (142).
En esta línea, se halla la sensación de superioridad o sobreconfianza, que se manifiesta cuando las personas se ven a sí mismas como más capaces que los demás para enfrentar riesgos (140). En las lesiones infantiles, este fenómeno, vinculado a la “ilusión de invulnerabilidad”, se ve reforzado por la rutina diaria, ya que los cuidadores tienden a minimizar los riesgos, creyendo que un breve descuido no causará daño (17).
Otro factor destacado está relacionado con la utilidad práctica en diversas actividades hogareñas y con un supuesto beneficio o ahorro económico. Especialmente cuando el cuidador se encuentra abrumado por limitaciones de tiempo, presión, improvisación y prioridades económicas, estas circunstancias pueden llevarlo a minimizar o desestimar riesgos por conveniencia (17).
El conocimiento sobre el fenómeno que causa el riesgo es también importante (139). La calidad de la información y la confiabilidad de la fuente son determinantes en cómo los individuos valoran el riesgo (147), así como las diferencias en el nivel educativo (134). En el contexto de las quemaduras infantiles, muchos padres creen que deben tener conocimientos sobre prevención al hablar con profesionales, lo que a veces les impide hacer preguntas y acceder a información relevante (148). Además, algunos cuidadores asumen erróneamente que los niños comprenden los riesgos, lo que puede ponerles en situaciones peligrosas, ya que su percepción del peligro aún no está completamente desarrollada (17).
Finalmente, los valores individuales y sociales actúan como estándares que dirigen acciones y fundamentan juicios sobre el riesgo (128). Las creencias y prácticas sobre cómo enfrentar estos riesgos suelen transmitirse de manera generacional, perpetuando condiciones que elevan el peligro para los infantes (149).
En consecuencia, la percepción del riesgo se presenta como una construcción compleja. Ante ello, para entender por qué ciertos riesgos se perciben como más peligrosos que otros, se ha recurrido a diversos enfoques teóricos. Entre ellos, se destacan tres paradigmas principales: el psicométrico, el de la medición axiomática y el sociocultural (150). Cada uno de estos enfoques ofrece una perspectiva única sobre cómo los individuos y las sociedades evalúan los riesgos, aunque también existen explicaciones alternativas .
El paradigma psicométrico, desarrollado por Paul Slovic, Baruch Fischhoff y Sarah Lichtenstein, se basa en principios de psicología cognitiva (152). Este enfoque considera el riesgo como un fenómeno influenciado por factores psicológicos, sociales, institucionales y culturales (153). Según este paradigma, el riesgo percibido es un constructo social complejo y multidimensional, evaluado a través de la cuantificación de atributos cualitativos. Los estudios psicométricos identifican tres factores clave en la percepción del riesgo: el conocimiento sobre el riesgo, el nivel de terror que induce y el número de personas afectadas (150). Además, las percepciones están fuertemente influenciadas por el afecto asociado a las actividades o tecnologías; las actividades agradables tienden a percibirse con menor riesgo, mientras que las desagradables se perciben con mayor riesgo (154).
Por otro lado, el paradigma de medición axiomática se centra en cómo las personas convierten información objetiva en juicios subjetivos sobre ciertos riesgos (150). Autores como Fischhoff y Slovic han desarrollado este enfoque, enfatizando la importancia de analizar las características cualitativas del riesgo para evaluar la percepción social (155). Sus estudios examinan cómo se transforman datos como tasas de mortalidad en percepciones del impacto de estos eventos (132).
En contraste, el paradigma sociocultural se centra en cómo el entorno social moldea la percepción del riesgo (150). Este enfoque sostiene que la percepción del riesgo es una construcción social, con sociedades que seleccionan y priorizan riesgos de manera selectiva. Así, no existen riesgos naturales en sentido estricto; estos son definidos culturalmente (151). Mary Douglas, en obras como Risk and Culture (1982), explora cómo las percepciones del riesgo son moldeadas por actitudes sociales y culturales (156).
Douglas sostiene que la percepción del riesgo afecta cómo las personas interpretan y responden a los peligros, influyendo en su vulnerabilidad y aceptación (157). Además, argumenta que la moralización del riesgo ha evolucionado hacia una culpabilización social, donde los peligros ambientales justifican sistemas sociales, afectando especialmente a los menos privilegiados (158). Por lo tanto, ver a los seres humanos como meros agentes racionales que actúan basados en cálculos de costos y beneficios ignora el papel de las normas sociales y culturales que guían la percepción y respuesta al riesgo (128,158).
En el contexto de la salud, diversos modelos teóricos desarrollados dentro del marco psicosocial cognitivo de la Psicología de la Salud (159), como la Teoría de la Motivación Protectora, el Modelo de Creencias de Salud y la Teoría de la Acción Razonada, reconocen que la percepción del riesgo es un antecedente necesario, aunque no siempre suficiente, para el cambio en la intención y las conductas del individuo en relación con la prevención de enfermedades (150).
La Teoría de la Motivación Protectora (TPM) sostiene que la motivación a la protección es clave para explicar las conductas de salud, sugiriendo que el nivel de miedo precede a estas conductas. Esta preocupación surge de la combinación de la apreciación de la amenaza y la capacidad de afrontarla (160). La apreciación de la amenaza incluye la percepción de severidad y susceptibilidad, así como los beneficios intrínsecos de la conducta de riesgo, mientras que el afrontamiento se relaciona con la probabilidad de éxito y la autoeficacia, es decir, la creencia de que una persona puede tomar medidas preventivas efectivas (161).
El Modelo de Creencias en Salud se utiliza para explicar comportamientos saludables basados en creencias adquiridas a partir de experiencias relacionadas con la salud (162). Este modelo incluye dimensiones como la susceptibilidad percibida, la severidad percibida y los beneficios y barreras de las acciones preventivas (163). Estas dimensiones interactúan y determinan la evaluación lógica de costos y beneficios que realiza el individuo al decidir llevar a cabo una acción preventiva (164).
La Teoría de Acción Razonada establece que las actitudes y la norma subjetiva (relacionada con las presiones sociales) determinan la intención y el comportamiento (165). La intención predice la conducta real y se basa en la evaluación de la información disponible (166). Además, factores externos como costumbres y cultura también influyen en la intención y comportamiento (167).
En este contexto, el reto consiste en utilizar este conocimiento para desarrollar estrategias efectivas en las intervenciones de salud (150) que ayuden a los cuidadores a construir una percepción del riesgo más precisa y objetiva, favoreciendo así un entorno seguro para los niños.
Capítulo V
Investigaciones Sobre el Tema
Este capítulo revisa el estado del conocimiento sobre las lesiones infantiles por quemaduras a través de una revisión sistemática de investigaciones nacionales e internacionales. Se examinan estudios realizados en diversos países, incluyendo Irán, Inglaterra, Turquía, Sudáfrica, India, Canadá y varios países latinoamericanos como Cuba, Colombia, México, Brasil, Ecuador y Argentina.
Los hallazgos indican que las quemaduras infantiles están influenciadas por factores socioambientales y la dinámica familiar. En Irán, se identificaron varios predictores de lesiones graves en niños hospitalizados, como el déficit de atención e hiperactividad, el tiempo frente a la televisión, la participación en actividades al aire libre y la inflamabilidad de la ropa. La mayoría de los afectados tenía entre uno y cuatro años, y otros factores incluían la menor edad de los cuidadores y el estatus socioeconómico (14).
En el mismo país, autores analizaron las causas y gravedad de las quemaduras en 1717 niños hospitalizados entre 2005 y 2014. Los resultados mostraron que la mayoría de las quemaduras ocurren en interiores, especialmente en la cocina, y una gran parte de los afectados no recibió primeros auxilios. Aunque muchos padres tenían educación secundaria o universitaria, casi la mitad carecía de conocimientos sobre prevención y tratamiento de quemaduras. Además, la gravedad de las lesiones se relacionó con las condiciones de vida y la ocupación de la madre (168).
En Turquía, un estudio examinó el conocimiento y actitudes de madres de niños de 0 a 5 años sobre accidentes domésticos. Se halló que estos se asociaban significativamente con la edad y educación de las madres, el número de hijos, el tamaño de la familia, la ubicación geográfica y el nivel de ingresos. Además, las madres de niños lesionados mostraban actitudes y comportamientos inapropiados para la prevención (169).
Complementariamente, en Canadá, autores analizaron los determinantes sociales de las lesiones por quemaduras en niños hospitalizados entre 1999 y 2017. Sus hallazgos indicaron que los niños de hogares de bajos ingresos, con bajo nivel de cuidado, y aquellos nacidos de madres adolescentes tienen un mayor riesgo de sufrir quemaduras (170).
En América Latina, una investigación en un Hospital Pediátrico de la Ciudad de México analizó escaldaduras en niños menores de 5 años, encontrando que la mayoría de los casos se relacionaba con un bajo nivel socioeconómico y condiciones de hacinamiento. El 95% de las lesiones ocurrió en el hogar, principalmente en la cocina, donde los niños resultaron lesionados mientras los cuidadores realizaban otras actividades, lo que enfatiza la necesidad de mejorar la supervisión infantil (15).
De manera similar, un estudio cuantitativo en Ecuador investigó la incidencia de quemaduras en pacientes de un Hospital de Niños entre 2014 y 2020. Las conclusiones señalaron que la falta de supervisión adecuada por parte de un adulto en el hogar fue una causa recurrente en la mayoría de los casos de lesiones. Estos hallazgos subrayan la importancia de la supervisión infantil en la prevención de quemaduras y destacan la vulnerabilidad de los niños en contextos domésticos (171).
En Cuba, autores también analizaron factores asociados con quemaduras en 58 niños de hasta 14 años en un Hospital Infantil. El estudio destacó que las quemaduras son resultado de la interacción de factores familiares, ambientales e individuales, y que la mayoría de los incidentes ocurren durante actividades cotidianas en el hogar. Además, subrayó que el bajo nivel socioeconómico y las malas condiciones de vida se asocian con una menor percepción del riesgo por parte de los cuidadores, aumentando así la probabilidad de quemaduras (172).
En este sentido, investigadores realizaron un estudio cuantitativo en India, entrevistando a cien madres para evaluar su percepción de riesgos que conducen a lesiones infantiles no intencionales. Los resultados mostraron que, aunque el 84% creía en la prevención de lesiones, solo el 9% pensaba que se podían evitar por completo, y varias madres consideraron algunas lesiones inevitables. La edad, educación y alfabetización se identificaron como predictores significativos de la percepción del riesgo. Los autores enfatizaron la necesidad de que las madres reconozcan los peligros, ya que el comportamiento infantil puede aumentar el riesgo de lesiones (18).
Además, un estudio exploró la percepción de padres en Malawi sobre peligros en el hogar y factores socioculturales relacionados con las quemaduras infantiles. A través de 32 entrevistas, identificaron riesgos como el uso frecuente del fuego, el juego sin supervisión y las responsabilidades domésticas de los niños. Los padres reconocieron que los menores de cinco años enfrentan un mayor riesgo debido a su curiosidad. Sin embargo, la falta de conocimiento sobre prevención, la ausencia de equipos de seguridad y la limitada supervisión dificultan las medidas preventivas. El estudio concluyó que la prevención de quemaduras está íntimamente relacionada con la pobreza y las condiciones del hogar (173).
En un estudio cualitativo en Inglaterra, se analizó las percepciones de nueve padres de hijos menores de 15 años en barrios desfavorecidos. Muchos padres consideraron las lesiones por quemaduras como inevitables en el crecimiento de sus hijos. Sin embargo, pudieron identificar riesgos cotidianos y sugerir alternativas. También valoraron la disponibilidad de información, el acceso a equipos de seguridad gratuitos y los controles en el hogar como recursos útiles para prevenir estas lesiones (146).
Al respecto, en Latinoamérica, un estudio en Brasil consideró la percepción de 19 cuidadores sobre la susceptibilidad de los niños a accidentes domésticos. Utilizando el Modelo de Creencias de Salud, encontraron que la mayoría creía que estos eventos eran evitables con vigilancia constante. Sin embargo, las percepciones variaron según la edad del niño y las condiciones del hogar, revelando inconsistencias que podrían afectar la adopción de prácticas preventivas (16).
Por otra parte, Durand Baquero (174) examinó la influencia de materiales de prevención en la percepción del riesgo de quemaduras entre 8 cuidadores de niños en Bogotá, Colombia. Inicialmente, la mayoría consideraba las quemaduras incontrolables y no prevenibles, aunque reconocían la falta de atención como un factor contribuyente. Tras la educación, identificaron correctamente los riesgos y medidas preventivas, destacando la cocina como el lugar más peligroso. Valuaron la supervisión y la educación infantil sobre la prohibición de conductas. Además, el estudio destacó la falta de acceso a información escrita y campañas de prevención como limitantes en la percepción del riesgo.
Así también, una investigación cualitativa en Colombia, a través de entrevistas semiestructuradas, analizó la percepción de riesgo entre cuidadores de niños de seis meses a nueve años hospitalizados por lesiones no intencionales. Los hallazgos señalaron que la percepción de riesgo está influenciada por creencias culturales y conductas que minimizan el peligro, generando una falsa sensación de seguridad. Factores como los roles de género y el estatus socioeconómico fomentan una visión fatalista, limitando la capacidad preventiva de los cuidadores. La falta de información, la sobreestimación de las habilidades infantiles y la creencia en la inevitabilidad de las lesiones refuerzan esta percepción reducida del riesgo (17).
En Popayán, Colombia, dos estudios cualitativos exploraron las creencias, conocimientos y prácticas de cuidadores sobre quemaduras en niños menores de cinco años. Salas et al. (175) identificaron percepciones de alto riesgo en la cocina, el uso de remedios caseros y la necesidad de capacitación sobre el tratamiento inicial y la prevención. Mientras que Muñoz Rojas et al.(176) hallaron que los cuidadores consideran las quemaduras como lesiones prevenibles y reconocen que los niños son las principales víctimas debido a su curiosidad. Ambos estudios subrayan el papel central de los adultos en la prevención de estos accidentes (175,176).
A nivel nacional, autores realizaron una investigación cuantitativa sobre la epidemiología de las quemaduras en la Unidad de Quemados del Hospital de Pediatría “Prof. Dr. Juan P. Garrahan” entre 2015 y 2020. El estudio, que incluyó a 93 pacientes, reveló que el 95.6% de las lesiones ocurrieron en el hogar, siendo el fuego y los líquidos calientes las principales causas. La mayoría de los pacientes estaba realizando actividades cotidianas y acompañados por un adulto al momento de la lesión (177).
Por otro lado, se llevó a cabo un estudio cuantitativo en el Hospital Pediátrico Dr. Humberto Notti en Mendoza, Argentina, para determinar las causas de quemaduras en niños. La investigación, que abarcó a 30 familias, mostró que los varones menores de 5 años son los más afectados, con los líquidos calientes como causa más común, seguidos por electrodomésticos como calefactores. La mayoría de las familias vivía en zonas urbanas con viviendas pequeñas y, en muchos casos, los cuidadores presentes durante el accidente eran los progenitores. Además, se destacó un nivel educativo predominante de secundario incompleto y un conocimiento limitado sobre la prevención de quemaduras (178).
Marco Metodológico
Tipo de Estudio
La presente investigación se centró en analizar y comprender las percepciones de riesgo y las prácticas preventivas llevadas a cabo frente a lesiones por quemaduras en el entorno doméstico durante la infancia. Se adoptó un enfoque integral que combinó métodos cuantitativos y cualitativos desde una perspectiva socioambiental.
La adopción de este enfoque permitió examinar, desde la perspectiva de los cuidadores, las circunstancias que rodearon el evento, así como, identificar la percepción del riesgo que poseen y las prácticas preventivas que realizan para evitar lesiones por quemaduras en el desarrollo infantil. Además, proporcionó una aproximación al contexto socioambiental y cómo este influye en la ocurrencia de estas lesiones.
La propuesta del estudio sobre los microambientes domésticos posibilitó alcanzar espacios territoriales diferenciados por condiciones de vida y salud, que generalmente no son considerados en los datos censales y las políticas estatales.
El componente cualitativo, de carácter descriptivo, permitió comprender la perspectiva de los sujetos estudiados a través de entrevistas semiestructuradas, facilitando así el análisis de los objetivos propuestos. Se tuvo en cuenta el relato de los cuidadores sobre el evento, así como sus percepciones y prácticas protectoras.
A partir del componente cuantitativo, se obtuvieron datos primarios sobre las características sociodemográficas, extraídos de las historias clínicas de los pacientes hospitalizados por quemaduras en el transcurso del año 2021 y primer semestre del año 2022, logrando una primera aproximación a las explicaciones de las dimensiones de análisis propuestas en el objetivo de la investigación.
La triangulación de métodos, que incluyó entrevistas, relatos e historias clínicas, permitió analizar las experiencias y percepciones de los cuidadores desde un enfoque fenomenológico. Esta investigación se fundamenta en el construccionismo social y utiliza la fenomenología como enfoque metodológico, ya que la valía de este estudio radica en explorar las realidades y construcciones del mundo subjetivo de los cuidadores.
Ámbito de Investigación
La investigación en curso se llevó a cabo con familias que, ante una lesión por quemadura de niños, recibieron asistencia en el Centro Quirúrgico de un Hospital Materno-Infantil en la ciudad de Formosa Capital.
La provincia de Formosa se encuentra en el noreste de Argentina, con una población aproximada de 606,041 habitantes (42). Sus límites geográficos son al norte y este la República del Paraguay, mientras que al sur limita con la provincia del Chaco y al oeste con la provincia de Salta (179).
Formosa se divide en nueve departamentos y presenta una distribución demográfica desigual. La ciudad de Formosa, ubicada al sudeste de la provincia, alberga a más de la mitad de la población y cuenta con más de 80 barrios, aunque la cantidad exacta puede ser difícil de determinar debido a la confusión con los asentamientos (180).
En cuanto a la estructura poblacional, más del 75% de la población total de la provincia reside en áreas urbanas. Es necesario tener en cuenta la alta concentración demográfica en el municipio urbano de Formosa, que alberga más del 90% de la población del departamento. Por otro lado, la población rural se distribuye de manera dispersa, asentándose en áreas abiertas o en localidades con menos de 2.000 habitantes (181).
En lo que concierne a la calidad de vida, el Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca (182) destaca los efectos positivos de las políticas sociales implementadas en la provincia en los últimos años, pero reconoce la necesidad de ampliar la cobertura de estas políticas para llegar a más personas. Sobre ello, enfocándose en términos de salud, cerca del 48,5% de la población de la provincia utiliza la cobertura de salud pública (183).
Al respecto, y para entender el proceso de las políticas públicas en salud en la Provincia de Formosa, se debe ubicar el proceso de una provincia joven, de poco más de cinco décadas de promulgación, que hasta 1957 había estado postergada como territorio nacional. Es en el año 1991, que se incluyó en la Constitución Provincial la adopción de la estrategia de atención primaria de la salud y se implementó la atención por niveles de complejidad creciente a través de la organización de los efectores de salud en áreas programáticas y distritos sanitarios (184).
En este contexto, el Hospital central de la investigación es un referente provincial en atención materno-infantil de tercer nivel, dependiente del Ministerio de Desarrollo Humano. Ofrece diversas especialidades para madres e hijos y recibe derivaciones de otros hospitales de la provincia y de Paraguay. La elección de este nosocomio fue intencional, ya que centraliza la atención de casos pediátricos de quemaduras que requieren internación y seguimiento, concentrando los recursos médicos, humanos y financieros necesarios para brindar atención de calidad.
Acerca de los Participantes
El estudio realizado se desarrolló con cuidadores de pacientes pediátricos de 0 a 5 años hospitalizados por quemaduras en un Hospital Materno-Infantil de Formosa capital, durante el año 2021 y el primer semestre de 2022. Se utilizó una técnica de muestreo no probabilístico por conveniencia, con una muestra de 33 cuidadores que cumplían con los criterios de inclusión.
Al respecto, los participantes debían ser cuidadores de pacientes quemados, mayores de 18 años, hablantes de castellano, mentalmente competentes, aceptar participar voluntariamente y firmar el consentimiento informado. Se excluyó a los cuidadores de niños con quemaduras intencionales, así como a aquellos con trastornos mentales evidentes, trastornos de conducta, discapacidad auditiva o que no cumplieran con alguno de los requisitos.
La inclusión de cuidadores de niños de 0 a 5 años permitió obtener una visión integral de las circunstancias de las lesiones, la percepción de riesgo y las prácticas preventivas en el hogar, lo que puede conducir a mejorar las estrategias de prevención y educación en etapas posteriores.
Unidades, Dimensiones y Categorías de Análisis
Unidad de Análisis
La unidad de análisis en este estudio fue el cuidador de un niño de 0 a 5 años que fue internado en el Hospital Materno-Infantil debido a lesiones por quemaduras y que requirió tratamiento quirúrgico.
Conceptos o Categorías de Análisis
En el marco del estudio, se investigaron varias categorías y dimensiones, incluyendo el Contexto socioambiental, la Reconstrucción del Evento Desde el Relato de los Cuidadores, las Prácticas Preventivas de Lesiones por Quemaduras y la Percepción del Riesgo de Lesiones por Quemaduras (Riesgos percibidos). Estas categorías y dimensiones se investigaron a través de entrevistas semiestructuradas, relatos de la reconstrucción del evento y análisis de historias clínicas, para responder a los objetivos propuestos (Fig. 1).
Fig. 1. Mapeo de Categorías y Dimensiones
Contexto Socioambiental
La presente investigación abordó tres niveles: el Nivel Individual, el Nivel Familiar y el Contexto Territorial. Esta categorización se determinó en función de los datos obtenidos de las historias clínicas y de las entrevistas. La ficha de datos generales se anexa en este estudio (Anexo III).
El Nivel individual exploró las características individuales del cuidador, incluyendo aspectos como la edad, el género, el nivel educativo, los años de educación formal y la situación laboral. Estos factores personales son relevantes para entender cómo influyen en la percepción de riesgo y en las prácticas preventivas de quemaduras.
El Nivel Familiar examinó las características del grupo familiar del cuidador. Para evaluar el estrato socioeconómico (ESE) de la familia, se utilizó el Método Graffar-Méndez Castellano, el cual clasifica los hogares según atributos como la profesión del jefe de familia, el nivel educativo de la madre, la fuente de ingreso y las condiciones de alojamiento. La puntuación obtenida en esta clasificación ubica a la familia en uno de cinco estratos socioeconómicos: Estrato I (Clase alta) con una puntuación de 4 a 6 puntos, Estrato II (Clase media-alta) con 7 a 9 puntos, Estrato III (Clase media-baja) con 10 a 12 puntos, Estrato IV (Pobreza relativa) con 13 a 16 puntos y Estrato V (Pobreza crítica) con 17 a 20 puntos (19).
Además, se estudiaron las configuraciones familiares, considerando la familia de residencia, que incluye a quienes viven bajo el mismo techo, y cuatro formas familiares: el núcleo completo (NC), que se refiere a familias con un núcleo conyugal completo y sus hijos e hijas; el núcleo completo extenso (NCE), que incluye un núcleo conyugal completo y otros familiares; el núcleo incompleto (NI), que describe hogares con un núcleo conyugal incompleto con hijos e hijas; y el núcleo incompleto extenso (NIE), que comprende hogares con un núcleo conyugal incompleto y otros familiares adicionales. Esta categorización se determinó en función de los datos obtenidos de las historias clínicas y de las entrevistas. La ficha de datos sobre las configuraciones familiares se anexa en este estudio (Anexo III).
Finalmente, el Contexto Territorial refiere a una noción que ayuda a explicar el papel del entorno en el que se desarrollan las comunidades. Para caracterizar el contexto territorial, es necesario analizar elementos comunitarios o locales basados en criterios territoriales, por lo cual se consideraron las categorías urbana y rural, tal como fueron identificadas por los cuidadores durante las entrevistas.
Reconstrucción del Evento Desde el Relato de los Cuidadores
En este trabajo de investigación, la reconstrucción del evento se refiere a la recreación detallada del incidente que resultó en la lesión por quemadura, basada en los relatos proporcionados por los cuidadores. Esta categoría permite identificar las circunstancias exactas que rodearon el suceso, explorando aspectos como el momento y lugar de ocurrencia, el agente causal de la quemadura, su etiología, la presencia de adultos responsables, sus actividades en ese instante y sus acciones posteriores al suceso. Además, se consideraron factores como la edad y el sexo del niño. Esta reconstrucción detallada ofrece una comprensión profunda de cómo y en qué condiciones ocurrió la lesión, facilitando la identificación de factores contribuyentes y desencadenantes desde la perspectiva de los cuidadores.
Prácticas Preventivas de Lesiones por Quemaduras
Para llevar a cabo el análisis sobre las prácticas preventivas de lesiones por quemaduras, la entrevista incluyó preguntas específicas sobre la realización de las acciones que los cuidadores implementan para evitar estas lesiones en niños en el hogar, su frecuencia y los tipos de medidas adoptadas. Además, se indagó sobre las acciones inmediatas tomadas después de la ocurrencia de la lesión.
Percepción de Riesgo de Lesiones por Quemaduras
Con el objetivo de analizar la percepción del riesgo de lesiones por quemaduras en el entorno doméstico, la entrevista incluyó preguntas diseñadas para explorar si los cuidadores son capaces de identificar los peligros potenciales en el hogar que podrían causar quemaduras y cuáles son, desde su perspectiva, los motivos que provocaron el suceso. Además, se investigó cómo han desarrollado estas percepciones, abordando sus creencias, conocimientos e información sobre el tema, así como las fuentes de dicha información.
Acerca del Trabajo de Campo
Los participantes, cuidadores de niños quemados, fueron seleccionados de acuerdo con los ingresos de los niños al quirófano para su tratamiento. La muestra incluyó a cuidadores de niños de 0 a 5 años, quienes ingresaron al centro quirúrgico por quemaduras, ya que se observó que este grupo etario presentaba la mayor cantidad de lesiones.
Luego de un primer contacto con los cuidadores, quedaron seleccionados aquellos que manifestaron disponibilidad y voluntad de participar, entre otros criterios de inclusión. Se solicitó a los cuidadores la firma del Consentimiento Informado (Anexo IV), que explicó las finalidades y objetivos de la investigación, así como el carácter anónimo y el uso de los testimonios para fines exclusivamente académicos. Durante este momento de la investigación se destacó el apoyo logístico brindado por los profesionales a cargo del tratamiento de los niños, quienes fueron participes fundamentales del proceso de acercamiento a los cuidadores. Debido a que las entrevistas se realizaban según el ingreso de niños lesionados a quirófano, no hubo un número estructurado por día o semana, lográndose, finalmente, una muestra de 33 cuidadores.
Acerca de la Recolección de Datos
La recolección de datos se realizó utilizando diversos instrumentos. En primer lugar, se empleó una ficha de datos generales (Anexo III) para recopilar información de las historias clínicas, abordando aspectos como las características individuales de los cuidadores, el contexto familiar y socioambiental, así como los detalles de la lesión (edad del paciente, etiología, lugar de ocurrencia, nivel educativo y ocupación de los padres, tipo de vivienda, entre otros). Cuando las historias clínicas estaban incompletas, los cuidadores proporcionaron los datos faltantes durante las entrevistas.
Posteriormente, se realizaron entrevistas semiestructuradas (Anexo V) a los cuidadores de los niños hospitalizados por quemaduras. Estas entrevistas fueron grabadas, transcritas y codificadas, enfocándose en el relato de los cuidadores sobre la reconstrucción del evento, con énfasis en las conductas relacionadas con prácticas preventivas y la percepción del riesgo.
Se adoptó una perspectiva holística, considerando a los niños y sus entornos familiares como elementos interconectados e integrales. La investigación se centró en comprender cómo las personas, en situaciones específicas, perciben, relatan, abordan y gestionan su vida cotidiana, analizando las circunstancias y actores presentes en el contexto de las quemaduras.
Las entrevistas a los cuidadores se llevaron a cabo en distintos momentos y locaciones específicas, como la sala de espera del pre quirófano. También se acordó la posibilidad de realizar encuentros adicionales durante las consultas externas del Servicio de Cirugía Plástica, con apoyo de cirujanos plásticos si fuera necesario. Estas conversaciones no se realizaron durante los primeros procedimientos médicos, lo que permitió que los padres se relajaran y establecieran una relación de confianza con la investigadora, quien formaba parte del equipo quirúrgico que asistía a sus hijos.
Las preguntas de las entrevistas se estructuraron en torno a categorías conceptuales alineadas con los objetivos de la investigación. Se realizó una prueba piloto del instrumento con cuidadores que no formaban parte de la muestra, con el fin de asegurar su viabilidad. Además, se obtuvo el consentimiento informado (Anexo IV) de los cuidadores, cumpliendo con los requisitos éticos correspondientes.
Los datos recopilados fueron tabulados en Excel y el análisis semántico se realizó mediante los programas ATLAS.ti 8 y MAXQDA. Se utilizaron nubes semánticas y se compararon los datos obtenidos. Los resultados fueron presentados en tablas, gráficos, figuras y fragmentos de entrevistas para facilitar su análisis e interpretación teórica.
Marco Empírico
Resultados
Características Generales de los Cuidadores, Hogares y Territorios
Perfil de los Cuidadores Participantes
Los cuidadores participantes fueron adultos jóvenes argentinos de 18 a 45 años, con una media de 26,3 años (SD=1,18). Predominó el género femenino, con un 91% de madres, lo que resalta la importancia de incluirlas en programas de prevención.
En cuanto a la escolaridad, menos de la mitad (n=12/33) completó la secundaria y sólo dos tenían estudios terciarios. La mayoría (n=21) tenía menos de 12 años de educación formal, lo que sugiere que un nivel educativo bajo podría afectar la percepción de riesgos y el acceso a recursos de prevención.
Respecto a la situación laboral, 24 de 30 mujeres eran amas de casa y 6 trabajaban informalmente, al igual que 3 hombres. Es notable que, a pesar de estar en edad productiva, muchos no estaban empleados, lo que es relevante para entender el contexto socioeconómico de los cuidadores. (Tab. 1).
Tab.1. Perfil de los cuidadores
Características de los Hogares y Territorios
De acuerdo a los resultados, casi la mitad de los hogares se clasificaron dentro del Estrato V, lo que indica que enfrentan dificultades significativas para satisfacer necesidades básicas y desarrollar capacidades intelectuales y culturales. El resto de las familias se distribuyó principalmente entre los Estratos IV y III, y en menor medida en el Estrato II. Ningún hogar se clasificó en el Estrato I, que representa niveles óptimos de bienestar (Tab. 2).
En cuanto a las conformaciones familiares, predominaron las nucleares completas (61%); seguida por nucleares completas extensas (24%) donde los cuidadores conviven en pareja, con sus niños y con otros familiares (padres y hermanos principalmente). En menor medida, algunas cuidadoras refirieron vivir sin pareja, solas con sus hijos, por lo que se encasillaron como familias nucleares incompletas (9%) y también dos cuidadores relataron que, aun viviendo sin parejas, estaban presentes en el hogar otros familiares, por lo que se catalogaron como nucleares incompletas extensas (6%).
Estos datos revelan que, aunque la mayor parte de los niños lesionados están bajo la responsabilidad de ambos padres, también hay casos donde sólo uno de ellos, la madre, asume la responsabilidad. Algunos hogares incluyeron a otros familiares en la convivencia. Por lo tanto, la prevención de lesiones debe dirigirse no solo a los padres, sino también a todos los miembros del hogar (tíos, abuelos, etc.) para asegurar que todos conozcan y practiquen medidas preventivas.
La mayoría de los hogares se ubicó en áreas urbanas (n=27), y en menor medida en áreas rurales (n=6). Es relevante señalar que, en el contexto de esta investigación, las áreas urbanas están asociadas con estratos socioeconómicos bajos, lo que puede incrementar la vulnerabilidad debido a limitaciones en el acceso a recursos.
Por otro lado, los hogares rurales, enfrentan grandes desafíos debido a su lejanía de los centros de salud. Esta distancia dificulta el acceso oportuno a la atención y prevención, complicando la implementación de prácticas preventivas. La combinación de aislamiento geográfico y bajos recursos aumenta la vulnerabilidad de estos hogares, destacando la necesidad de estrategias de prevención que consideren sus limitaciones y características específicas. (Tab. 2).
Tab. 2. Características de los Hogares
La Reconstrucción del Evento
Caracterización del Accidente
En este apartado se reconstruyó el evento de la quemadura en el momento de su ocurrencia y se identificaron las circunstancias que facilitaron el trauma. Se tomaron en cuenta los siguientes aspectos: lugar donde ocurrió la lesión, etiología, agente de la quemadura, características de los niños, presencia y actividad del adulto al momento que sucedió la quemadura. (Tab. 3).
Tab. 3. Caracterización del Accidente
En cuanto al lugar de ocurrencia, la cocina fue el sitio más frecuente en el entorno doméstico (58%). Además, aproximadamente un tercio de los eventos sucedieron fuera de la vivienda, como en el patio u otros espacios cercanos. Este dato destaca la importancia de centrar las acciones preventivas en áreas de alto riesgo, como la cocina, sin descuidar las medidas de seguridad en otros espacios dentro y alrededor del hogar
Respecto a la etiología de las quemaduras, la gran mayoría (97%) se originó por causas térmicas, mientras que el 3% fue atribuido a causas eléctricas. Esto subraya la prevalencia de factores térmicos en comparación con otras fuentes de quemaduras.
Con relación al agente de la quemadura, el agua caliente fue el más común (55%), seguido de leña o brasa caliente (12%), aceite/grasa caliente, comida caliente, basura quemada, líquido inflamable y fuego (cada uno con un 6%), y en menor medida con vela, caño de escape y cable de tendido eléctrico (3% en cada caso).
Respecto a los niños con quemaduras, se observó que la mayoría de las lesiones afectaron a niños varones (n= 20) y en menor número a las niñas (n=13). En cuanto a las edades mayoritariamente tenían de 0 a 1 año (n= 19) y en menor número de 2 a 5 años (n= 14). Estos datos sugieren una mayor vulnerabilidad en el grupo de menores de 1 año, quienes, debido a su corta edad, dependen totalmente de los cuidadores.
En el momento de la lesión, muchos de los cuidadores estaban presentes (58%), aunque en algunos casos se habían ausentado momentáneamente (30 %) y en menor medida no se encontraban presentes (12%). Esto sumado a la baja edad de los menores constituye un factor de riesgo a considerar.
Además, se observó que la mayoría de los cuidadores (67%) realizaban actividades domésticas, lo que coincide con el hecho de que gran parte de ellos se desempeñan como amas de casa. Estas actividades pueden contribuir a una menor supervisión de los niños. Además, se registraron otras tareas relacionadas con la rutina alimentaria, actividades sociales, descanso y entretenimiento.
El Relato de los Cuidadores.
A través de los relatos de los cuidadores, se evidenció que estos, en numerosas ocasiones, realizaban actividades riesgosas en presencia de los niños o permitían su participación en tareas potencialmente peligrosas, como cocinar o hervir líquidos, mientras jugaban cerca. Además, se destaca una supervisión inadecuada en momentos críticos o de mayor riesgo.
Conjuntamente, se evidenció la falta de implementación de medidas preventivas fundamentales recomendadas, tales como no permitir que los mangos de sartenes u otros utensilios sobresalgan del borde de la cocina, tener precaución al transportar líquidos calientes por la casa y, en la mesa, evitar que el mantel sobresalga.
Por otra parte, algunas narraciones destacaron el riesgo de delegar la responsabilidad del cuidado infantil a los hermanos mayores y de asignar a los niños tareas domésticas peligrosas, como cocinar. Esta práctica cultural, muy arraigada, puede estar relacionada con el bajo nivel económico de los cuidadores, quienes a menudo no pueden contratar a alguien para que se encargue del cuidado o realice las tareas del hogar.
Igualmente, en algunos casos la lesión se relacionó a la visita del niño a la casa de familiares. Probablemente estos adultos no estaban tan preparados o conscientes de las medidas de seguridad necesarias. Esto resalta la importancia de garantizar la seguridad en todos los entornos donde el niño pueda estar, no solo en el hogar principal.
El uso del fuego para cocinar y la quema de basura se señalaron como circunstancias riesgosas que propiciaron las lesiones, evidenciando prácticas culturales arraigadas y condiciones económicas subyacentes. La falta de conciencia ambiental y las deficiencias en la gestión de residuos, junto con estos factores, pudieron contribuir a las lesiones.
Los relatos de los cuidadores ofrecen una visión detallada de las circunstancias que rodearon las quemaduras, subrayando la necesidad de intervenciones preventivas específicas según la edad de los niños y la urgencia de abordar prácticas culturales arraigadas, como la quema de basura y el uso del fuego para cocinar. La concientización ambiental y la implementación de medidas de seguridad en el hogar son esenciales. Además, una supervisión adecuada y la educación sobre prácticas seguras pueden ser clave para reducir la incidencia de estas lesiones.
Prácticas Preventivas de Lesiones por Quemaduras
A partir de los relatos de los cuidadores, se identificó que, aunque algunos reconocieron no implementar prácticas preventivas o hacerlo solo de manera ocasional, la mayoría afirmó llevar a cabo diversas medidas para evitar las quemaduras en los niños. Estas prácticas se agruparon en cuatro categorías: conductas de supervisión, evitativas, prohibitivas y formativas. Si bien estas acciones reflejan un intento de prevenir las quemaduras, su efectividad no siempre alcanzó los resultados esperados en la prevención de lesiones.
Cuidadores que Realizan Algún Tipo de Práctica Preventiva
Durante las entrevistas, el 85% de los cuidadores participantes (n=28/33) manifestaron llevar a cabo algún tipo de práctica preventiva. Entre aquellos que indicaron realizar estas prácticas (n=28), la gran mayoría afirmó hacerlo “siempre” (97%), mientras que una minoría indicó realizarlas ” a veces” (7%). Del análisis de los relatos surgieron diferentes tipos de conductas preventivas, que se presentan en el Anexo VII: Tabla de Relatos de Prácticas Preventivas y se resumen en la Fig. 2.
Fig. 2. Relatos de las Conductas Preventivas de los Cuidadores. Utilización de Programa Atlas ti
Estas acciones, que los cuidadores manifestaron adoptar ante el riesgo de lesiones por quemaduras, se clasificaron en diferentes medidas preventivas que incluyeron conductas de supervisión, evitativas, prohibitivas y formativas. (Tab. 4).
Tab. 4. Prácticas Preventivas
Nota: Algunos cuidadores respondieron más de una opción, por lo que el total no corresponde necesariamente al número total de personas.
Conductas de Supervisión
La supervisión fue una estrategia común utilizada por varios cuidadores (n=10/28) para mantener un control activo sobre la situación previniendo posibles incidentes. Los relatos destacaron la importancia de la supervisión constante y el cuidado activo para evitar las quemaduras. Desde su perspectiva, la supervisión se relaciona con mirar y atender para evitar que el niño se exponga a situaciones o lugares peligrosos. Se observó que una frase recurrente fue la expresión “tener cuidado”, lo que sugirió que los cuidadores estaban conscientes de los posibles peligros y se mantenían vigilantes para garantizar la seguridad de los niños.
Además, como parte de esas conductas de supervisión algunos cuidadores aseguraron estar constantemente con el niño, sin permitir que nadie más se encargue de su cuidado.
Por otro lado, en algunos relatos se evidenció la práctica de una supervisión compartida, lo que refleja la existencia de redes de cuidado familiar. Esto implica que varias personas, como padres, hermanos u otros miembros de la familia, participan activamente en el cuidado y la supervisión del niño.
Sin embargo, en algunos casos, relegar la supervisión a otros hermanos pequeños puede resultar en un control inadecuado. Además, como se explicó en apartados anteriores, los adultos encargados temporalmente del cuidado infantil, como los abuelos u otros cuidadores sustitutos, podrían carecer de un conocimiento completo o conciencia sobre las medidas de seguridad necesarias.
En esta línea, algunos relatos destacaron la supervisión y reconocieron la falta de atención al momento de la lesión. Otros cuidadores resaltaron que siempre están presentes y nunca dejan al niño solo, por lo que consideraron la falta de supervisión en el momento de la lesión como algo excepcional
Aunque la supervisión es una responsabilidad fundamental de los cuidadores para garantizar la seguridad de los niños, se destaca la necesidad de acompañarla con medidas básicas de seguridad (94). Además, para que sea una medida preventiva eficaz, implica mantener una atención constante y completa, estar lo más cerca posible físicamente, conocer la ubicación, acciones y actividades del niño en todo momento, y estar dispuestos a actuar de inmediato si es necesario (104).
Como ha sido posible comprobar en la Reconstrucción del evento un aspecto recurrente fue la supervisión inadecuada de los niños, lo que podría aumentar el riesgo de estos incidentes. En momentos críticos o de riesgo, se observó que los cuidadores no estaban completamente atentos a las actividades de los niños, permitiendo que estos jugaran con elementos peligrosos o se expusieran a fuentes de calor sin una supervisión apropiada. Este patrón de conducta, donde actividades de riesgo y supervisión inadecuada convergen, subraya la necesidad de intervenir y mejorar las prácticas parentales.
Conductas Evitativas
Algunos cuidadores (n=5/28) destacaron conductas evitativas como parte de sus prácticas preventivas, las cuales implicaban evitar ciertas situaciones o comportamientos considerados riesgosos, para reducir el peligro en el hogar. Entre las medidas específicas mencionadas se citaron enfriar líquidos calientes antes de servirlos, utilizar la hornalla de atrás y mantener a los niños alejados de la cocina, entre otras medidas. Estas acciones demuestran actitudes positivas hacia la prevención de quemaduras al evitar situaciones de riesgo potencial.
Sin embargo, aunque los cuidadores afirmaron implementar prácticas preventivas, el hecho de que los niños resultaran lesionados sugiere que estas precauciones podrían no ser suficientes o completamente efectivas. Es posible que los cuidadores no hayan percibido correctamente todos los riesgos de quemaduras en el entorno del niño y que hayan adoptado algunas conductas preventivas, pero no todas, asegurando ciertos elementos peligrosos mientras omitieron otros, lo que generó un panorama de seguridad incompleto.
Conductas Prohibitivas
Algunos cuidadores (n=5/28) mencionaron conductas prohibitivas como parte de sus estrategias de prevención. Estas conductas consistían en establecer reglas y restricciones para evitar la exposición a riesgos potenciales que podrían resultar en quemaduras, lo que incluía la prohibición de ciertas actividades y comportamientos o el establecimiento de límites para garantizar la seguridad infantil.
En su mayoría las conductas prohibitivas que los cuidadores expresaron estaban orientadas a evitar que los niños jueguen, corran o se acerquen a fuentes de calor o elementos peligrosos en la cocina, lo que demuestra una percepción de estos riesgos potenciales.
También, en función de los relatos de los cuidadores y su enfoque en las conductas prohibitivas, se evidenció la aplicación de constantes advertencias y límites durante las actividades que implican riesgo de quemaduras. Esto indica una prohibición activa y una preocupación ante las posibles lesiones.
Sin embargo, a pesar de esta práctica preventiva implementada por los cuidadores, las quemaduras en niños ocurrieron. Ello podría deberse a que las conductas prohibitivas, especialmente como única medida preventiva, resultan poco efectivas en niños tan pequeños. Los menores de 5 años están en una etapa de desarrollo donde su comprensión del riesgo y su capacidad para seguir instrucciones específicas pueden ser limitadas (41).
Ante ello, en esta etapa del desarrollo infantil es vital combinar las conductas prohibitivas con otras estrategias, como la supervisión activa y la adaptación del entorno para reducir riesgos.
Conductas Formativas.
En menor medida (n=1/28), posiblemente influenciado por las edades de los niños, se observaron conductas formativas. Estas buscaban que los niños adquirieran conocimientos y habilidades para enfrentar los riesgos. Según los relatos de los cuidadores, las estrategias preventivas incluyeron la orientación y educación sobre los peligros asociados con las quemaduras.
En la prevención de estas lesiones, es esencial enseñar a los niños prácticas seguras, brindándoles gradualmente la autonomía acorde a su desarrollo, con el fin de establecer un equilibrio entre la protección y la autonomía, elemento fundamental para inculcar conductas responsables (101). Sin embargo, el rango etario de estos limita muchas veces la eficacia plena de estas medidas, especialmente cuando no se complementan con otras prácticas preventivas, como la supervisión o las conductas evitativas.
Cuidadores que Combinan Prácticas Preventivas.
Algunos cuidadores mencionaron la integración de prácticas preventivas, combinando conductas de Supervisión, Evitativas y Formativas (n=2/28); Supervisión y Prohibitivas (n=1/28); así como Supervisión y Evitativas (n=2/28). Sin embargo, a pesar de estas estrategias combinadas, se reconoce que la seguridad de los niños está influenciada por diversos factores, como la naturaleza exploradora de los niños y los cambios inesperados en el entorno, especialmente en ambientes familiares.
Además, ciertos relatos evidenciaron que, a pesar de la aplicación de prácticas formativas y evitativas, los accidentes aún ocurrieron. La narrativa destacó cómo factores externos, como el contexto socioambiental y la complejidad inherente a la crianza, especialmente en familias monoparentales, donde las responsabilidades recaen sobre un solo progenitor, pudieron influir significativamente en la dinámica familiar y en la seguridad de los niños.
Es importante señalar que el cumplimiento de estas conductas preventivas pudo variar entre los cuidadores, y no todos las siguieron de manera consistente. Algunos pudieron tener un cumplimiento moderado, y en ocasiones, se presentaron situaciones en las que el cumplimiento fue bajo.
Cuidadores que no Realizan Práctica Preventiva o No Saben- No Contestan.
Finalmente, el 15% de los cuidadores (5/33) no hizo una mención concreta de prácticas preventivas o no respondió en cuanto a las mismas. Esta falta de identificación o respuesta pudo estar vinculada a diversos factores como la falta de información, ya que la totalidad de estos cuidadores (n=5/5) afirmó nunca haber recibido información sobre prevención, lo cual podría ser un área de intervención para mejorar la seguridad de los niños. También pudo deberse a limitados recursos económicos, ya que la mayoría (n=4/5) correspondió a ESE V. Es fundamental comprender estos contextos para diseñar estrategias de intervención que aborden las barreras específicas que puedan enfrentar este grupo.
En las respuestas de estos cuidadores, no se identificaron claramente las prácticas preventivas que habían implementado; en cambio, sus relatos parecían centrarse más en las circunstancias que en las medidas preventivas en sí mismas. Esta falta de claridad sobre las acciones preventivas también sugiere una posible ausencia de conocimiento o conciencia sobre las prácticas adoptadas para evitar quemaduras.
La Influencia del Contexto Socioambiental en las Prácticas Preventivas
Las prácticas preventivas de quemaduras implementadas por los cuidadores no sólo son un indicador clave del cuidado infantil, sino que también están intrínsecamente ligadas al contexto socioambiental en el que se desarrollan.
La relación entre la formación académica y las medidas preventivas adoptadas en el cuidado diario ofrece la posibilidad de comprender cómo la educación impacta en las acciones de los cuidadores.
La educación formal no tuvo un impacto estadísticamente significativo en la adopción de prácticas preventivas basadas en la prohibición de ciertos comportamientos. Así también, un menor nivel de educación formal pudo estar asociado con una mayor adopción de prácticas preventivas basadas en la supervisión, en conductas evitativas y en conductas formativas. Ello podría sugerir que los cuidadores con menor educación formal han desarrollado estrategias preventivas basadas en la experiencia práctica y la observación directa, mientras que aquellos con más educación formal pueden depender más de conocimientos teóricos. (Fig. 3)
.
Fig. 3. Distribución de Cuidadores según Práctica Preventiva y Educación
Por otra parte, la distribución de prácticas preventivas según el ESE subrayó la diversidad de enfoques adoptados por los cuidadores en respuesta a su entorno socioeconómico.
Se observó que todas las medidas preventivas se destacaron notablemente en el ESE V, aunque se evidenció que de todas las practicas preventivas, aquellas basadas en conductas evitativas y formativas fueron las más practicadas seguidas por conductas de supervisión y prohibitivas. Este fenómeno sugirió que los cuidadores que enfrentan contextos socioeconómicos adversos emplearon diferentes conductas preventivas, posiblemente en respuesta a las condiciones desafiantes que caracterizan estos estratos.
Una tendencia similar, aunque en menor medida, se identificó en el ESE IV. Este hallazgo respalda la idea de que las medidas preventivas no solo son prevalentes en los sectores más vulnerables, sino que también se extienden a estratos ligeramente más acomodados, pero aún marcados por desafíos económicos.
Resulta interesante destacar que en el ESE II, todos los cuidadores mencionaron implementar conductas evitativas. En contraste, los cuidadores del ESE III refirieron principalmente conductas de supervisión y prohibitivas (Fig. 4).
Estos resultados resaltan la importancia de considerar el contexto socioeconómico al diseñar intervenciones de prevención de quemaduras en la infancia.
Fig. 4. Distribución de Cuidadores Según Práctica Preventiva y ESE
Finalmente, la localización geográfica influye en las decisiones y comportamientos de los cuidadores, lo que hace necesario considerar cómo estas diferencias afectan la implementación de estrategias de prevención. Es esencial analizar la localización urbana o rural como un componente clave que modula estas decisiones. La relación entre ubicación y estrategias de prevención se entrelaza con elementos específicos de cada entorno, aportando matices importantes al análisis.
La comparación entre las áreas urbanas y rurales reveló dinámicas significativas en la adopción de prácticas preventivas por parte de los cuidadores. En el contexto urbano, se destacó un predominio de prácticas basadas en conductas formativas. A pesar de este enfoque predominante, se observaron las cuatro medidas de prevención -supervisión, medidas evitativas, prohibitivas y formativas- lo que indica una diversidad de estrategias adoptadas por los cuidadores urbanos.
En cambio, en el área rural se observó un leve predominio de prácticas preventivas basadas en conductas prohibitivas, y no se identificaron conductas formativas. Esto sugiere una mayor propensión a establecer límites y restricciones para prevenir riesgos, posiblemente como respuesta a las condiciones y peligros particulares de los entornos rurales. (Fig. 5).
Fig. 5– Distribución de Cuidadores Según Práctica Preventiva y Contexto Territorial
Percepción del Riesgo de Quemaduras
Dada la importancia de mantener una conciencia constante y proactiva frente al riesgo de quemaduras, esta categoría de análisis se centró en explorar, a través de los relatos de los cuidadores, sus percepciones sobre dicho riesgo. Se tomaron en cuenta sus conocimientos, creencias, información y experiencias, investigando si eran capaces de identificar los riesgos en el hogar y los motivos que atribuían al evento. El objetivo fue comprender cómo se han desarrollado estas percepciones y de qué manera influyen en sus decisiones diarias de prevención.
Del análisis de los relatos, surgió la identificación de diversos riesgos en el hogar (Fig. 6).
Fig. 6. Relatos de la Percepción de Riesgos de los Cuidadores
Como se observa en el gráfico, la mayor parte de la muestra evidenció un conocimiento limitado sobre los diversos riesgos de quemaduras presentes en el hogar. Aunque identificaron peligros más evidentes, como los relacionados con la cocina, el agua caliente y el fuego, pocos mencionaron otros riesgos potenciales como los enchufes o las planchas. La mayoría (27 de 33) solo identificó riesgos térmicos, solo un cuidador reconoció riesgos eléctricos y ninguno mencionó riesgos químicos ni de radiación. La falta de conciencia sobre estos peligros puede tener importantes implicaciones para la prevención de accidentes. Además, un grupo menor (6/ 33) no percibió ningún riesgo en esta muestra específica (Tab. 5).
Tabla 5. Los Riesgos de Quemaduras Percibidos en el Hogar
Nota: Algunos cuidadores respondieron más de una opción, por lo que el total no corresponde necesariamente al número de personas.
En cuanto al reconocimiento de riesgos térmicos, algunos cuidadores solo identificaron el peligro después de que ocurriera un accidente. Esto sugiere que su percepción del riesgo pudo estar vinculada en gran medida a la ocurrencia previa de eventos, lo que podría explicarse como un sesgo de percepción influenciado por la experiencia. Sin embargo, no siempre fue así, ya que el único cuidador cuyo niño fue lesionado por un cable de alta tensión no identificó el riesgo eléctrico.
A través de las palabras de los cuidadores, se reconocieron elementos que, según su percepción, presentaban riesgos significativos en el hogar, especialmente relacionados con lesiones térmicas.
Por otro lado, se observó una diversidad de respuestas y actitudes en relación con la percepción de riesgos en el hogar. Algunos cuidadores reconocieron ciertos peligros, mientras que otros minimizaron situaciones peligrosas o mostraron una falta absoluta de conciencia. Por ejemplo, algunos no registraron ningún riesgo en el hogar, atribuyendo la lesión a factores externos, lo que sugiere una posible falta de percepción del riesgo.
Otro cuidador manifestó desconocer los peligros en el hogar y minimizó el riesgo de que el niño jugara con elementos altamente peligrosos, debido a la falta de experiencias previas. Esta actitud también podría indicar una falta de percepción de riesgo de quemaduras. Cuando las personas no están informadas sobre los peligros asociados con determinadas acciones o situaciones, es más probable que subestimen los riesgos o no los consideren en absoluto.
Además, los cuidadores N° 13, 20 y 25 no respondieron a la pregunta, lo que podría indicar diversas posibilidades: una falta de conciencia sobre los riesgos en el hogar, la incapacidad para identificarlos o simplemente la omisión de la respuesta.
Una percepción disminuida del riesgo ya sea por falta de conocimientos o información, puede tener graves consecuencias para la seguridad de los niños en el hogar. Por lo tanto, es fundamental implementar programas de prevención y educación que se enfoquen en mejorar la percepción del riesgo entre los cuidadores. Estos programas deben proporcionar información detallada sobre los riesgos comunes en el hogar, así como estrategias efectivas para identificar y prevenir estos peligros.
Construcción Individual y Colectiva en la Percepción de Riesgo.
La diversidad de percepciones sobre los riesgos en el hogar, revelada en los relatos de los cuidadores, plantea la necesidad de explorar los factores que influyen en esta variabilidad. Este fenómeno complejo se atribuye a diversos sesgos cognitivos y subjetivos que distorsionan la percepción del riesgo. Aunque muchos cuidadores pueden reconocer los peligros potenciales, factores como la ilusión de invulnerabilidad, la rutina diaria, la falta de experiencias previas de consecuencias negativas o la falta de información pueden contribuir a prácticas menos seguras. Para comprender y abordar adecuadamente estas percepciones, fue necesario explorar cómo estos factores interactúan y afectan la toma de decisiones de los cuidadores en el hogar.
Según los relatos, desde la percepción del cuidador, las lesiones por quemaduras se produjeron en un corto tiempo y en forma inesperada, lo que denotó una actitud desfavorable en la percepción del riesgo al momento de la lesión.
Los testimonios sobre la naturaleza inesperada y rápida del evento destacaron cómo la creencia denominada ilusión de invulnerabilidad, que se caracteriza por una percepción de baja susceptibilidad a las consecuencias de eventos negativos, puede contribuir a una percepción del riesgo disminuida desencadenando situaciones peligrosas. A pesar de la brevedad del incidente, el tiempo de exposición al riesgo latente pudo haber estado presente durante horas, días, meses o incluso años, y posiblemente haberse evitado.
Estas creencias influyeron en actitudes desfavorables hacia la percepción de riesgos en las actividades cotidianas del hogar, al minimizar la posibilidad de que un riesgo cause daño al interrumpir la rutina de cuidado incluso por breves momentos (17).
Además, si los cuidadores no habían experimentado lesiones o incidentes graves en el pasado, pudieron haber desarrollado esta creencia de ilusión de invulnerabilidad, convencidos de que esos eventos negativos jamás les ocurrirían a sus niños. A pesar de los riesgos latentes, la confianza derivada de la creencia de que ciertos eventos negativos nunca habían ocurrido los condujo a una actitud de exceso de confianza (17).
Asimismo, la rutina diaria y la cotidianidad del hogar pudieron haber contribuido a la percepción disminuida del riesgo. Cuando las actividades peligrosas se volvieron parte de la rutina y se realizaron de manera habitual sin consecuencias negativas, los cuidadores pudieron haber subestimado los riesgos asociados. Esto pudo deberse a la utilidad y el beneficio práctico que obtenían de esas actividades, lo que reforzó la creencia de que no había peligro real.
Por otra parte, una pregunta que ayudó a reconstruir las creencias que afectaban la percepción de riesgo giró en torno a los motivos, siempre según la opinión del cuidador, que propiciaron la lesión. A través de las razones que los cuidadores indicaron para explicar una quemadura, fue posible inferir cómo las creencias de control incidían en la percepción y evaluación del riesgo asociado con esa situación particular. Además, las atribuciones causales podrían haber influido en las medidas de prevención futuras.
Al respecto, varios cuidadores mencionaron creencias de locus de control externo, atribuyendo a factores fuera de su control un papel significativo en la generación de lesiones. Algunos de estos cuidadores adoptaron una perspectiva fatalista, considerando los eventos como inevitables y fuera de su alcance, atribuyéndolos al destino, la casualidad o la mala suerte. Esta percepción redujo su conciencia del riesgo, ya que, al creer que los eventos no podían evitarse, disminuyó su disposición a tomar medidas preventivas.
En contraste, otros cuidadores demostraron creencias basadas en el locus de control interno al reconocer que sus propias acciones o inacciones fueron responsables de la lesión por quemadura. Al asumir la responsabilidad y mostrar autocrítica, estos cuidadores desarrollaron una percepción del riesgo que considera el comportamiento personal como un factor clave, subrayando su papel activo en la prevención de lesiones.
Además, las creencias, actitudes y conocimientos sobre las etapas evolutivas de la infancia pueden influir significativamente en la percepción del riesgo por parte de los cuidadores. Comprender cómo se comportan los niños en diferentes edades y etapas de su desarrollo permite establecer expectativas realistas sobre su conducta. Esto, a su vez, facilita la anticipación de sus posibles acciones y la implementación de precauciones adecuadas para prevenir accidentes y lesiones (101).
En este sentido, algunos cuidadores sugirieron que los riesgos pueden aumentar a medida que los niños crecen y se vuelven más activos y exploradores. Aunque esta perspectiva reconoce que los niños mayores tienen la capacidad de moverse y explorar de manera más independiente, también puede llevar a una subestimación del riesgo en los más pequeños, quienes, aunque no pueden moverse por sí mismos, siguen estando en riesgo de lesiones. De hecho, en esta investigación, una parte significativa de los niños lesionados eran bebés. Esta postura parece aminorar la percepción del riesgo y, en ciertos casos, contribuir a la ocurrencia de lesiones.
Por otro lado, un grupo minoritario de cuidadores expresó no creer que la edad del niño influya significativamente en el riesgo de quemaduras. Para ellos, los riesgos son constantes, independientemente de la edad. Además, algunos cuidadores manifestaron dudas o desconocimiento sobre cómo la edad afecta el riesgo de quemaduras.
Esta falta de comprensión puede originar una percepción disminuida del riesgo y subraya la necesidad de una mayor educación sobre los riesgos específicos en cada etapa del desarrollo infantil.
Relacionado a lo anterior, otro factor que puede contribuir a la percepción atenuada del riesgo es la falta de información sobre los riesgos en el hogar y la prevención de quemaduras. Cuando los cuidadores no tienen acceso a información o conocimientos sobre la prevención de quemaduras, es más probable que subestimen los riesgos asociados con situaciones que podrían causar quemaduras. Esto puede llevar a una percepción errónea del riesgo y a una menor adopción de medidas preventivas.
En este contexto, la mayoría de los cuidadores (31 de 33) indicaron que no habían recibido información sobre la prevención de quemaduras. De los dos cuidadores que reconocieron haber recibido información, uno mencionó haberla obtenido en un curso de capacitación en la escuela, mientras que el otro la recibió de su familia. Es notable que no se mencionaron centros de salud, consultas pediátricas o medios de comunicación como fuentes de información.
La carencia de información sobre la prevención de lesiones en el hogar está estrechamente ligada a la construcción social de la percepción del riesgo. Normas y expectativas sociales influyen en cómo se consideran y evalúan los riesgos en el hogar. La falta de énfasis por parte del Estado, la Atención Primaria de la Salud o los medios de comunicación en la importancia de prevenir lesiones en el hogar tiene un impacto significativo en la percepción social y en la construcción de una percepción errónea del riesgo por parte de los cuidadores. Sin acceso adecuado a recursos educativos y materiales informativos, los cuidadores pueden subestimar los peligros y percibir incorrectamente el riesgo en el hogar.
Además, si los medios de comunicación no destacan la relevancia de prevenir lesiones en el hogar y no informan sobre casos de manera notoria, es probable que los cuidadores no perciban estas lesiones como un problema significativo y, por lo tanto, no construyan socialmente una percepción correcta del riesgo.
Conjuntamente, la percepción del riesgo se ve moldeada por interacciones sociales, influencias culturales y experiencias compartidas. La influencia de la familia, la comunidad y la sociedad en general es decisiva en cómo los cuidadores perciben y responden al riesgo. En este sentido, aunque la mayoría de los cuidadores indicaron no haber recibido información formal sobre prevención, algunos mencionaron enseñanzas familiares en sus relatos.
Sin embargo, el conocimiento y las enseñanzas sobre prevención no siempre se traducen en una percepción del riesgo que impulse la adopción de medidas preventivas efectivas. La falta de implementación de estas enseñanzas podría deberse a la escasez de información adecuada sobre prevención de lesiones en el hogar, lo que priva a los cuidadores de los recursos educativos y materiales necesarios para comprender los riesgos y adoptar medidas preventivas eficaces. Además, las normativas sociales transmitidas por las familias pueden no haber influido en las decisiones de estos cuidadores debido a diversas razones, como la falta de conciencia sobre su relevancia actual, el conflicto con otras influencias o la falta de recursos y capacitación para su implementación práctica.
Relacionado con esto, surgió de los relatos que la mayoría de las personas que acompañaban a los niños cuando se quemaron también desconocían los primeros auxilios que debían practicar (31/33). Muchas veces, la falta de información se conjugó con información errónea transmitida por el grupo social cercano, derivada de costumbres familiares y culturales, sobre todo en el tratamiento inmediato de la lesión. Esto hace que el trauma sea mayor, y que muchas familias apliquen remedios caseros que agravan la quemadura, provocando un proceso de curación más difícil, lento y de mayor riesgo.
Por lo tanto, la falta de información se convirtió en un factor de riesgo significativo, afectando la percepción general del riesgo, la capacidad de implementar medidas preventivas efectivas y contribuyendo a un mayor riesgo de recuperación y sobrevida de los niños lesionados por quemaduras. Es fundamental abordar esta brecha en la información y la educación para promover una percepción más precisa del riesgo de quemaduras y motivar comportamientos seguros.
Por otra parte, retomando que la percepción del riesgo no es simplemente el resultado de una evaluación individual, sino que también está moldeada por construcciones sociales, surgió de los relatos que, después de que ocurre una lesión, los cuidadores pueden enfrentarse a juicios y percepciones sociales que van desde la desaprobación hasta la culpabilización, aunque las lesiones no hayan sido intencionales. Incluso algunos cuidadores pueden juzgar las acciones de otros en situaciones similares. Esta dinámica se ajusta al concepto de distribución de culpa en diferentes niveles sociales, según lo planteado por Mary Douglas (185) en la construcción social de la percepción del riesgo.
Esta diversidad de opiniones entre los cuidadores subraya la complejidad y subjetividad del tema, resaltando la necesidad de enfoques personalizados en la educación en seguridad infantil y reconociendo que las percepciones pueden diferir entre los cuidadores. La colaboración entre el Estado, la Atención Primaria de la Salud, los medios de comunicación, las familias y la sociedad en general es esencial para desarrollar estrategias que mejoren la percepción del riesgo y, por tanto, la seguridad infantil.
La Influencia del Contexto Socioambiental en la Percepción del Riesgo
El hogar, un espacio intrínsecamente vinculado a la vida diaria, emerge como un contexto crítico para analizar las percepciones de riesgo de los cuidadores de niños en la compleja interrelación entre la conciencia individual de riesgos y el contexto ambiental.
Riesgos Percibidos Según Género
La limitada percepción de los riesgos de quemaduras en el hogar pudo haber estado influenciada por diversos factores, incluido el género. Cabe destacar que la mayor parte de la muestra estuvo compuesta por mujeres (30 de 33 cuidadores). Al analizar los riesgos percibidos según género, el 16,6% de las mujeres (5 de 30) no percibía riesgos, en comparación con el 33,3% de los hombres (1 de 3) que no los percibía. Esto sugiere que la percepción de riesgos varía entre los cuidadores, con una mayor proporción de hombres que no perciben riesgos en comparación con las mujeres. No obstante, dado el bajo número de hombres en la muestra, esta diferencia debe interpretarse con cautela, lo que impide establecer conclusiones definitivas sobre la relación entre el género y la percepción de riesgo. (Fig. 7).
Fig. 7. Riesgos Percibidos Según Género
Riesgos Percibidos Según Años de Educación Formal.
Dentro del amplio marco del contexto socioambiental que influye en la percepción de riesgos, es esencial considerar otro factor significativo: los años de educación formal de los cuidadores. Esta variable, que refleja el nivel educativo alcanzado, puede desempeñar un papel decisivo en cómo los cuidadores interpretaban y responden a las amenazas potenciales en el hogar.
La mayoría de los cuidadores que percibían riesgos tenían menos de 12 años de formación (19/27), mientras que en el grupo que no percibía riesgos, la proporción se inclinaba hacia aquellos con más de 12 años de formación (4/6). Este hallazgo interesante podría explicarse en que los cuidadores con menos años de formación podrían tener una mayor experiencia práctica en el hogar, lo que les facilitaría identificar los riesgos relacionados con quemaduras, especialmente los térmicos. (Fig. 8).
Fig. 8. Riesgos Percibidos Según Años de Educación Formal
Riesgos Percibidos Según Condición de la Vivienda.
La mayoría de los cuidadores que percibían riesgos (27 de 33) se encontraban en situaciones de vivienda clasificadas como CV 5 (14 de 27), seguidas por las de CV 4 (10 de 27). Entre los cuidadores que no percibían riesgo (6 de 33), se observó una tendencia similar, con la mayor parte también perteneciendo a las categorías CV 5 y CV 4. Esta particularidad de la muestra dificulta establecer conclusiones definitivas sobre la relación entre las condiciones de la vivienda y la percepción de riesgo. (Fig. 9).
Fig. 9. Riesgos Percibidos Según Condición de la Vivienda
Percepción del Riesgo y Prácticas Preventivas
El análisis cualitativo de los 33 relatos revela que las percepciones de riesgo de los cuidadores en el hogar influyen significativamente en las acciones preventivas para evitar quemaduras infantiles. Aunque no se obtuvieron datos estadísticos concluyentes, se identificaron tendencias clave que sugieren una subestimación generalizada de los riesgos domésticos por parte de los cuidadores. Esta percepción limitada del riesgo, que prevalece en la totalidad de la muestra, parece estar asociada con la aplicación ineficaz de medidas preventivas, particularmente en relación con la vulnerabilidad de los niños pequeños.
Las percepciones de riesgo de los cuidadores se vieron afectadas por factores subjetivos y cognitivos, como la ilusión de invulnerabilidad, las creencias en un locus de control externo, la rutina diaria, la ausencia de experiencias previas negativas y la falta de información adecuada. Estos factores evidencian cómo la construcción social de la percepción del riesgo juega un papel crucial en la forma en que los cuidadores manejan las situaciones de riesgo.
En cuanto a las prácticas preventivas, se observó que la mayoría de los cuidadores implementó una única medida preventiva, principalmente la supervisión, sin complementarla con otras medidas adecuadas para la edad de los niños. La falta de menciones específicas sobre prácticas preventivas en algunos cuidadores podría deberse a una comprensión insuficiente de los riesgos o a la creencia de que las lesiones no están directamente relacionadas con las acciones de los cuidadores. Esto contribuye a una aplicación limitada y, en algunos casos, inadecuada de las medidas preventivas.
Estos hallazgos sugieren que una percepción de riesgo disminuida entre los cuidadores podría haber resultado en una falta de medidas preventivas adecuadas, como una supervisión insuficiente, aumentando así el riesgo de lesiones en los niños. La baja percepción del riesgo también parece haber afectado la motivación para adoptar medidas preventivas y la eficacia de las intervenciones aplicadas. Por lo tanto, se destaca la necesidad de intervenciones educativas que no solo proporcionen conocimiento práctico, sino que también aborden las percepciones subjetivas y las actitudes de los cuidadores hacia los riesgos.
Discusión y Análisis
Partiendo del supuesto de que el contexto socioambiental, las percepciones del riesgo y las prácticas de los cuidadores influyen en las lesiones por quemaduras en niños, esta investigación se centró en comprender la interacción entre estos factores. Aunque no se pretendió obtener certezas estadísticas, el estudio se basó en las experiencias cualitativas de los cuidadores para investigar cómo estos elementos, de manera multifactorial, contribuyen a la ocurrencia de las lesiones.
El análisis reveló que los niños varones, especialmente menores de un año, fueron los más afectados por las quemaduras, lo cual coincide con hallazgos de investigaciones previas (14,178). La alta vulnerabilidad de estos niños se relaciona con su desarrollo y dependencia de los cuidadores.
En relación con el lugar de ocurrencia de las quemaduras, este estudio mostró que el 58% de los accidentes sucedieron en la cocina, con un 55% causado por líquidos calientes, principalmente agua, lo cual coincide con estudios como el de Belén et al. (177) y Kazemzadehet al. (168), quienes también identificaron líquidos calientes como los agentes predominantes de quemaduras en niños menores de cinco años, principalmente en entornos domésticos. También Salas et al. (175) y Muñoz Rojas et al. (176) identificaron la cocina como el principal espacio de riesgo.
El estudio evidenció un impacto significativo de los factores socioeconómicos y culturales en la ocurrencia de quemaduras infantiles. Las familias con bajo nivel socioeconómico, muchas de las cuales están encabezadas por amas de casa con un nivel educativo limitado, mostraron una capacidad reducida para implementar prácticas preventivas efectivas. Este hallazgo coincide con investigaciones previas que han establecido una clara relación entre este indicador un mayor riesgo de lesiones (172,17,15, 170,169,14,173).
Además, esta investigación identificó el hacinamiento como un factor relevante, coincidiendo con lo reportado por Serrano González et al. (15) y Becerra et al. (178). Ello no sólo incrementa la probabilidad de accidentes, sino que también dificulta la supervisión adecuada de los niños.
Un aspecto crítico en la provincia de Formosa es la falta de redes de gas natural (186). Este déficit obliga a las familias a recurrir a métodos alternativos de calefacción y cocción, lo que incrementa el riesgo de quemaduras. Becerra et al. (178) destacaron en su estudio esta problemática y Holdenet al. (173) evidenciaron que el uso del fuego para actividades diarias representa un peligro considerable, especialmente en contextos donde las prácticas culturales no son plenamente consideradas en las estrategias de prevención. Además, la quema de basura, una práctica común en las comunidades investigadas contribuye a la vulnerabilidad de los niños, aumentando el riesgo de accidentes.
La distribución de responsabilidades en el hogar también influye significativamente en la ocurrencia de quemaduras. Muchas veces, las amas de casa realizan tareas domésticas mientras supervisan a los niños, lo que refleja cómo el rol tradicional de la mujer, combinado con la falta de tiempo para una supervisión adecuada, incrementa el riesgo de lesiones. Este hallazgo coincide con lo expuesto por Serrano González et al. (15), quienes subrayaron la importancia de una supervisión constante para prevenir lesiones no intencionales.
Adicionalmente, la asignación de tareas domésticas a los niños, como mencionan Holden et al. (173), es una práctica cultural arraigada en las poblaciones estudiadas. La delegación de responsabilidades a hermanos mayores, y en ocasiones también a niños más pequeños, puede aumentar el riesgo de lesiones. Esta dinámica no sólo pone en peligro la seguridad de los niños, sino que también refleja las presiones socioeconómicas que enfrentan estas familias, donde la colaboración en las tareas del hogar es vista como una necesidad.
Es fundamental abordar estos factores desde una perspectiva integral. Las políticas públicas deben centrarse en mejorar las condiciones socioeconómicas de estas comunidades, implementando programas de educación y brindando apoyo económico para la prevención de quemaduras. Por ejemplo, iniciativas que ofrezcan talleres sobre seguridad en el hogar y subsidios para mejorar las condiciones habitacionales podrían ser efectivas. Además, las intervenciones deben considerar tanto la educación como la supervisión de los niños, teniendo en cuenta las dinámicas familiares y culturales que influyen en la distribución de responsabilidades
El nivel educativo de los cuidadores también resultó ser un factor importante. La mayor parte de la muestra tenía menos de 12 años de educación formal y un conocimiento limitado sobre la prevención de quemaduras, lo cual se alinea con estudios que encuentran una asociación entre el bajo nivel educativo y la ocurrencia de accidentes en el hogar (170,169).
Respecto a las prácticas preventivas, la supervisión fue la medida más comúnmente implementada, pero su efectividad fue limitada. La mayoría de los cuidadores efectuó esta práctica sin complementarla con otras medidas preventivas adecuadas, lo cual coincide con hallazgos que indican una supervisión inadecuada como un factor recurrente en estudios previos (178, 171). La falta de otras medidas preventivas específicas, como asegurar que los utensilios de cocina no sobresalgan, también se observó en este estudio, similar a los resultados reportados por Durand Baquero (174).
En cuanto a la percepción del riesgo, los datos recopilados sugieren que la mayoría de los cuidadores tenía un conocimiento limitado sobre los diversos riesgos presentes en el hogar, enfocándose principalmente en los peligros térmicos relacionados con la cocina y el agua caliente. Este hallazgo es consistente con estudios que muestran una falta de conocimiento adecuado sobre la prevención de quemaduras, a pesar del nivel educativo de los cuidadores (168). La percepción del riesgo también parece estar influenciada por la experiencia directa con accidentes, como lo han señalado investigaciones anteriores (17). La presencia de factores subjetivos como la ilusión de invulnerabilidad y el locus de control externo, observada en este estudio, concuerda con trabajos anteriores que indican que los cuidadores pueden subestimar los riesgos, creyendo que ciertas lesiones son inevitables (18,146).
Finalmente, la falta de información preventiva proporcionada a través de servicios de salud o medios de comunicación afectó negativamente la percepción y la implementación de medidas preventivas, como lo han documentado otros estudios (16, 169,173). Esto destaca la necesidad de mejorar la educación y concienciación sobre la prevención de quemaduras.
Es esencial considerar estos factores en el diseño de planes de prevención. Una estrategia multisectorial que incluya educación, recursos económicos y atención a las condiciones culturales es necesaria para reducir la incidencia de quemaduras infantiles en la provincia de Formosa. Para abordar la prevención de estas lesiones de manera efectiva, se debe fortalecer la colaboración entre familias, servicios de salud y actores comunitarios, integrando prácticas seguras en políticas públicas que atiendan a comunidades vulnerables. Asimismo, se deben adoptar enfoques multidimensionales que involucren a todos los miembros responsables del cuidado infantil y reconozcan la importancia de cuidadores alternos.
Cabe destacar que los resultados del presente estudio deben interpretarse con cautela debido a ciertas limitaciones. Por ejemplo, el hecho de que los participantes fueran cuidadores pertenecientes a estratos socioeconómicos bajos restringe la posibilidad de generalizar los hallazgos a otros contextos socioeconómicos más favorecidos, donde las condiciones y los recursos disponibles podrían influir de manera diferente en las conductas de riesgo.
Además, al centrarse exclusivamente en niños menores de 5 años, se ha dejado fuera la consideración de otros grupos etarios, como el estudio de Rizo González et al. (172), que considero niños hasta los 14 años, y de factores individuales, como el déficit de atención e hiperactividad, el tiempo dedicado a mirar televisión o las actividades al aire libre, los cuales han demostrado estar relacionados con conductas de riesgo en niños, como lo señala el estudio de Sadeghi-Bazarganiet al. (14). Esta limitación sugiere que futuros estudios podrían ampliar el rango de edad y explorar cómo factores individuales de los niños y sus cuidadores podrían interactuar con el entorno familiar y social. Conjuntamente, es fundamental abordar áreas urgentes como las quemaduras intencionales y el maltrato infantil.
Conclusiones
Esta investigación evidencia que la vulnerabilidad infantil a las quemaduras se origina en la interrelación de factores socioambientales, medidas preventivas ineficaces y percepciones disminuidas del riesgo. Los hallazgos indican que los bajos niveles educativos y económicos de los cuidadores, junto con la delegación de responsabilidades en hermanos mayores y la realización de prácticas inseguras, crean un contexto propenso a lesiones.
A pesar de la implementación de medidas preventivas, su efectividad se ve comprometida por la falta de recursos y una subestimación de los peligros en el hogar. Esto pone de manifiesto la necesidad urgente de intervenciones educativas que mejoren la percepción del riesgo y promuevan comportamientos más seguros.
Asimismo, la colaboración entre diversos actores —gobierno, comunidades y servicios de salud— es fundamental para abordar integralmente estos desafíos. La coordinación de políticas y programas puede aumentar la eficacia de las medidas preventivas y contribuir a un entorno más seguro para los niños. Este estudio no solo resalta la alta vulnerabilidad de los niños ante las quemaduras, sino que también sugiere la necesidad de enfoques preventivos que consideren el contexto familiar y comunitario, sentando las bases para futuras investigaciones y políticas de intervención en este ámbito.
Bibliografía
1. Alconada Magliano JP. Epidemiología del ciclo vital y salud materna e infantojuvenil. La Plata: Editorial de la Universidad Nacional de La Plata; 2021. Disponible en: https://sedici.unlp.edu.ar/handle/10915/119303
2. Ablewhite J, McDaid L, Hawkins A, Peel I, Goodenough T, Deave T et al. Approaches used by parents to keep their children safe at home: a qualitative study to explore the perspectives of parents with children aged under five years. BMC Public Health. 2015;15:983. Disponible en: https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/25885179/
3. Morrongiello B, Schwebel D. Introduction to Special Section: Pediatric Psychology and Child Unintentional Injury Prevention: Current State and Future Directions for the Field. J Pediatr Psychol. 2017;42(7):721-6. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5896613/
4. Blanco Fleites Y. Lesiones no intencionales en la infancia temprana, una epidemia contemporánea. RevCubanaEnferm. 2019;35(1). http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-03192019000100001
5. Gogeascoechea-Trejo M, Blázquez-Morales M, Pavón-León P, De San Jorge-Cárdenas X. Factores asociados con la hospitalización por lesiones en pacientes atendidos en los servicios de urgencias. Rev Salud Pública. 2018;20(2). https://www.scielosp.org/article/rsap/2018.v20n2/237-242/#
6. Gallegos Torres P, Argüello Gordillo T, Real Flores R, Trujillo Orbe O. Epidemiología del paciente pediátrico quemado en el Hospital Baca Ortiz, Quito, Ecuador. Cir Plast Iberolatinoam. 2019;45(2). https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0376-78922019000200013
7. Organización Mundial de la Salud. Quemaduras. 2018. https://www.who.int/es/news-room/fact-sheets/detail/burns
8. Galindo Veliz A, Matamoros V, Gaybor Chancay K, Acaro Merino A. Quemaduras y su manejo integral. Polo Conoc. 2020;5(11):784-93. https://polodelconocimiento.com/ojs/index.php/es
9. Waisman I. Los pediatras argentinos y las lesiones no intencionales en la infancia. Arch Argent Pediatr. 2002;100(4). https://www.sap.org.ar/docs/archivos/2002/arch02_4/275.pdf
10. Aldana M, Castellanos L, Osorio L, Navarrete N. Las quemaduras en la población pediátrica colombiana: del desconocimiento hacia la prevención. Rev Pediatría. 2016;49(4):128-37. https://www.revistapediatria.org/rp/article/view/11
11-Gaceta del Senado México. Proposición con punto de acuerdo por el que se exhorta respetuosamente a las 32 entidades federativas que conforman los Estados Unidos Mexicanos, para la creación de un fideicomiso anual para el traslado y tratamiento de niños y jóvenes quemados en hospitales especializados nacionales o internacionales, debiendo asesorarse para su implementación de los organismos, fundaciones o asociaciones civiles especializadas en la materia, como lo puede ser la Fundación Michou y Mau. 2019 abr 23. https://www.senado.gob.mx/64/gaceta_del_senado/documento/94316
12. Schwartz RJ, Chirino CN, Sáenz SV, Rodríguez TV. Algunos aspectos del manejo del paciente quemado en un servicio de cirugía infantil: A propósito de 47 pacientes pediátricos. IIa. Parte. Rev Argent Dermatol. 2008;89(3):165-73. https://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1851-300X2008000300005
13. Del Toro Rubio M, Fernández Aragón S, Ruidiaz Gómez K. Prácticas para la prevención de accidentes en el hogar en cuidadores de niños de 1 a 5 años en un barrio de Cartagena (Colombia). Arch Med (Col). 2019;19(1). http://www.redalyc.org/articulo.oa?id=273859249009
14. Sadeghi-Bazargani H, Mohammadi R, Amiri S, Syedi N, Tabrizi A, Irandoost P, Safiri S. Individual-level predictors of inpatient childhood burn injuries: a case–control study. BMC PublicHealth. 2016;16:1-9. https://bmcpublichealth.biomedcentral.com/articles/10.1186/s12889-016-2799-1
15. Serrano González R, Rodríguez Hernández J, Albavera Hernández C, García López R, Reyes Segura J. Características relacionadas con escaldaduras en menores de 5 años en un Hospital Pediátrico en la Ciudad de México, 2011. Rev Univ Ind Santander. 2014;46(2):127-35. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-08072014000200004
16. Gurgel A, Monteiro A. Domestic accident prevention for children: perceived susceptibility by the caregivers. Rev Pesq: CuidFundam Online. 2016;8(4):5126-35. https://www.ssoar.info/ssoar/bitstream/handle/document/53679/ssoar-revpesquisa-2016-4-gurgel_et_al-Domestic_accident_prevention_for_children.pdf?sequence=1&isAllowed=y&lnkname=ssoar-revpesquisa-2016-4-gurgel_et_al-Domestic_accident_prevention_for_children.pdf
17. Sevilla E, Ramos-Escobedo A, Franco-Ordaz A. Percepción de riesgo sobre lesiones no intencionales en niños y niñas, México. RevLatinoamCienc Sociales Niñez Juventud. 2019;17(2):170-92. https://www.redalyc.org/jatsRepo/773/77361136009/html/index.html
18. Inbaraj L, Rose A, George K, Bose A. Perception of unintentional childhood injuries among mothers in rural South India. Indian J Public Health. 2017;61(3):211. Disponible en: https://www.researchgate.net/publication/319852963_Perception_of_unintentional_childhood_injuries_among_mothers_in_rural_South_India
19. Belmonte V. Prácticas preventivas con el agua para el consumo de niños y construcción social del riesgo de las madres en distintos espacios territoriales [Tesis de Maestría]. Paraná, Argentina: Universidad Nacional de Entre Ríos; 2019.
20. Ordóñez G. Salud ambiental: conceptos y actividades. RevPanam Salud Publica. 2000;7(3):137-47. https://www.scielosp.org/pdf/rpsp/2000.v7n3/137-147/es
21. Rengifo Cuéllar H. Conceptualización de la salud ambiental: teoría y práctica (parte 1). RevPeruMedExp Salud Publica. 2008;25(4):403-9. https://www.redalyc.org/pdf/363/36311614010.pdf
22. Martínez Abreu J, Iglesias Durruthy M, Pérez Martínez A, Curbeira Hernández E, Sánchez BarreraI O. Salud ambiental, evolución histórica conceptual y principales áreas básicas. Rev Cubana Salud Publica. 2014;40(4):403-11. https://www.redalyc.org/pdf/214/21432546014.pdf
23. Hollmann M. Construcción histórica del actual concepto de desarrollo sostenible. Antecedentes de problemáticas socioeconómicas y ambientales. CiencAdm. 2017;(10):15-27. https://www.redalyc.org/journal/5116/511653854002/html/
24. Romero Placeres M, Álvarez Toste M, Álvarez Pérez A. Los factores ambientales como determinantes del estado de salud de la población. RevCubanaHigEpidemiol. 2007;45(2). http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-30032007000200001
25. Roa L, Pescador Vargas B. La salud del ser humano y su armonía con el ambiente. Rev Med. 2016;24(1). http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-52562016000100011
26. Pérez Jiménez D, Diago Garrido Y, Corona Miranda B, Espinosa Díaz R, González Pérez J. Enfoque actual de la salud ambiental. RevCubanaHigEpidemiol. 2011;49(1):84-92. https://www.redalyc.org/pdf/2232/223219234010.pdf
27. Irwin L, Siddiqi A, Hertzman C. Desarrollo de la Primera Infancia: Un Potente Ecualizador. Comisión sobre los Determinantes Sociales de la Salud de la Organización Mundial de la Salud. 2007. https://www.almendron.com/tribuna/wp-content/uploads/2020/12/early-child-dev-ecdkn-es.pdf
28. Organización Mundial de la Salud. Las consecuencias de la contaminación ambiental: 1,7 millones de defunciones infantiles anuales, según la OMS. 2017. https://www.who.int/es/news/item/06-03-2017-the-cost-of-a-polluted-environment-1-7-million-child-deaths-a-year-says-who
29- Quiroga D, Fernández R, Paris E. Salud ambiental infantil: Manual para enseñanza de grado en escuelas de medicina. 1a ed. Ministerio de Salud de la Nación; Organización Panamericana de la Salud; 2010. https://bancos.salud.gob.ar/sites/default/files/2018-10/0000000271cnt-s12-manual-universitario-salud-ambiental-infantil.pdf
30. Ortega García J, Ferris Tortajada J, Morales L, Berbel Torner O. Unidades de salud medioambiental pediátrica en Europa: de la teoría a la acción. AnPediatr (Barc). 2005;63(2). https://www.analesdepediatria.org/es-unidades-salud-medioambiental-pediatrica-europa-articulo-13077457
31. Romera Iruela MJ. Calidad de vida en el contexto familiar: dimensiones e implicaciones políticas. PsychosocialIntervention. 2003;12(1):47-63. https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=179818041002
32.Gaggino R. Salubridad, sustentabilidad ecológica y costo de tecnologías constructivas para la vivienda de interés social. Cuaderno Urbano Espacio Cult Soc. 2014;17(17):113-144. Disponible en: https://www.scielo.org.ar/pdf/cuba/v17n17/v17n17a06.pdf
33. Gutiérrez Zehr J, Angarita Fonseca A, Morales Ramírez E, Tarazona Suarez A, Valderrama Carrasco A, MejiaBetancourth S, Solano Gutiérrez L. Conocimientos sobre vivienda saludable en dos barrios de Bucaramanga, Colombia – 2012. RevUnivInd Santander Salud. 2014;46(2):169-176. https://www.redalyc.org/pdf/3438/343835709008.pdf
34. Mora S, Samudio Domínguez G, Rodas N, Irala C, Cáceres M, Pavlicich V, et al. Accidentes domésticos en Pediatría. Pediatría (Asunción): Órgano Oficial de la Sociedad Paraguaya de Pediatría. 2000;27(2). https://dialnet.unirioja.es/revista/15568/V/27
35. Romero-Naula P, Guevara-Sánchez J, Guaycha-Muñoz P, Ortega-Valarezo D. Factores de riesgo y manejo de pacientes pediátricos con quemaduras moderadas o graves. Dominio De Las Ciencias. 2021;7(4). Disponible en: https://www.dominiodelasciencias.com/index.php/es/article/view/2223
36. Gil S. Salud ambiental infantil: un nuevo desafío para el pediatra. Arch Argent Pediatr. 2008;106(5):458-61. https://www.sap.org.ar/docs/publicaciones/archivosarg/2008/v106n5a16.pdf
37. Ministerio de Salud de la Nación Argentina. Manual de primeros auxilios y prevención de lesiones. Ministerio de Salud; 2016. Disponible en: https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/manual_1ros_auxilios_web.pdf
38. Sociedad Argentina de Pediatría. Salud materna infanto juvenil en cifras 2019. 2019. https://www.sap.org.ar/uploads/observatorio/observatorio_salud-materno-infantil-en-cifras-2019-27.pdf
39. Olivares Louhau E, González Bravo M, Bonne Falcón D, Lafaurié Olivares P, Brossard Arias Y. Influencia de los factores socioeconómicos en la ocurrencia de quemaduras en edades pediátricas. Rev Cubana Salud Pública. 2022;48(2). http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0864-34662022000200013
40. Berrueta V, Magallanes AB. Leña para uso doméstico en comunidades Purépechas de Michoacán: acceso, utilización e implicaciones sociales. En: Argueta A, Gómez Salazar M, Navia J, coordinadores. Conocimiento tradicional, innovación y reapropiación social. Editorial Siglo XXI; 2012.
41. Benavides M, León J, Veramendi M, D’Ázevedo A. Los accidentes en los niños: Un estudio en contexto de pobreza. Grupo de Análisis para el Desarrollo; 2012. https://biblioteca.clacso.edu.ar/Peru/grade/20170801024909/AI8_.pdf
42. Instituto Nacional de Estadística y Censos. Censo nacional de población, hogares y viviendas 2022: Resultados provisionales (1ª ed.). Instituto Nacional de Estadística y Censos; 2023. https://www.indec.gob.ar/ftp/cuadros/poblacion/cnphv2022_resultados_provisionales.pdf
43. Möller H, Falster K, Ivers R, Jorm L. Inequalities in unintentional injuries between indigenous and non-indigenous children: a systematic review. InjuryPrevention. 2015;21(e1). https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24871959/
44. Ortiz J, Kollerb S, Carbonell O. Evaluación de impacto de la intervención Módulo Ambientes Seguros para la prevención de accidentes domésticos durante la primera infancia. Revista Latinoamericana de Psicología. 2017;49(3):203-12. https://www.elsevier.es/es-revista-revista-latinoamericana-psicologia-205-resumen-evaluacion-impacto-intervencion-modulo-ambientes-S0120053417300274
45. Organización Panamericana de la Salud. Directrices de la OMS sobre vivienda y salud. 2022. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/books/NBK583405/
46. Calafell Carranza R. Higiene y seguridad en el trabajo… ¿y en el hogar? Perfil. 2024. https://www.perfil.com/noticias/opinion/ramiro-calafell-carranza-higiene-y-seguridad-en-el-trabajo-y-en-el-hogar.phtml
47. Neira Hidalgo G. El derecho a un medio ambiente sano como derecho humano: su protección en contextos de paz y de conflictos armados. Vox Juris. 2011;(21):131-52. http://biblioteca.corteidh.or.cr/tablas/r27904.pdf
48. Convención sobre los Derechos del Niño. Convención sobre los Derechos del Niño. Naciones Unidas; 1989. https://www.ohchr.org/sites/default/files/crc_SP.pdf
49. Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia. Convención Sobre Los Derechos Del Niño. 2006. https://www.un.org/es/events/childrenday/pdf/derechos.pdf
50. Cavagión L, Larrieu E, García Cachau M, Maisterrena V. La salud ambiental infantil. Enfoque desde la Salud Pública Veterinaria en el Área Programática del Centro de Salud Brown. General Pico, La Pampa. Rev. Ciencias Veterinarias. 2013;15(1). https://cerac.unlpam.edu.ar/index.php/veterinaria/article/view/1770/1740
51. Romero P. Accidentes en la infancia: Su prevención, tarea prioritaria en este milenio. Rev. chil. pediatr. 2007;78(1). https://www.scielo.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0370-41062007000600005
52. MacKay M, Vincenten J, Brussoni M, Towner L. Good practice guide: Good investments in unintentional child injury prevention and safety promotion [PDF]. European Child Safety Alliance; 2006. https://www.sanidad.gob.es/areas/promocionPrevencion/lesiones/ocioHogar/internacional/ue/alianzaEuropea/docs/guiaBuenasPracticas.pdf
53. Prego J. Luces y sombras de la prevención de lesiones no intencionales. Arch Pediatr Urug. 2023;94(2). http://www.scielo.edu.uy/pdf/adp/v94n2/1688-1249-adp-94-02-e104.pdf
54. Junco I. Prevención de lesiones no intencionales en la edad infantil. En: Esparza MJ, Mintegi S, editores. Guía para padres. Asociación Española de Pediatría; Fundación MAPFRE; 2016. p. 14-31. https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/capitulo_1_0.pdf
55. Herrera Morbán D, Colome Hidalgo M, Méndez Pérez R, Alcántara Y, Torres Z. Lesiones no intencionadas atendidas en la emergencia de un hospital pediátrico de tercer nivel de República Dominicana. Univ Med. 2020;61(4). http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2011-08392020000400001
56. Domínguez Ruiz-Huerta A. Estudio retrospectivo sobre requerimientos transfusionales en cirugía precoz del paciente quemado grave: efecto del ácido tranexámico [Tesis Doctoral]. Universidad Autónoma de Madrid; 2012. https://dialnet.unirioja.es/servlet/tesis?codigo=72939
57. Sánchez-López J. Manejo del Niño Quemado. Rev Científica Ciencia. 2011;14(2). http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1817-74332011000200008
58. Rosanova MT, Stamboulian D, Lede R. Infections in burned children: epidemiological analysis and risk factors. Arch Argent Pediatr. 2013;111(4):303–308. https://doi.org/10.5546/aap.2013.eng.303
59.Carter D. Quemaduras. Manual MSD para profesionales. https://www.msdmanuals.com/es-ar/professional
60. Ramírez C, Ramírez C, González F, Ramírez N, Vélez K. Fisiopatología del paciente quemado. RevUnivInd Santander Salud. 2010;42(1). http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-08072010000100007
61. Fernández Santervás Y, Melé Casas M. Quemaduras. Protocolos diagnósticos y terapéuticos en Pediatría. 2020;1:275-287. https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/21_quemaduras.pdf
62. González-Castro LF, Ávila-Vargas SV, Quezada-Rueda JT, Vivas-García SM. Fisiopatología de las quemaduras eléctricas: artículo de revisión. RevChilAnest. 2019;48(2):115-122. https://revistachilenadeanestesia.cl/fisiopatologia-de-las-quemaduras-electricas-articulo-de-revision/
63. Iribarren O, González C. Quemaduras por agentes químicos. Cuad Cir. 2001;15(1):61-69. http://revistas.uach.cl/pdf/cuadcir/v15n1/art12.pdf
64. Manrique Martínez I, Angelats Romero C. Abordaje de las quemaduras en Atención Primaria. Pediatría Integral. 2019;XXIII(02):81-89. https://www.pediatriaintegral.es/wp-content/uploads/2019/xxiii02/02/n2-081-089_IgnManrique.pdf
65. Peden M, Oyegbite K, Ozanne-Smith J, Hyder AA, Branche C, Rahman A, et al., editores. Informe mundial sobre prevención de lesiones en los niños. Ginebra: Organización Mundial de la Salud, Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia; 2012. https://apps.who.int/iris/bitstream/handle/10665/77761/9789275316566_spa.pdf;jsessionid=21734CA802813C887A6C05BE037792FF?sequence=1
66. Nebot Fernández C. Importancia del papel de la enfermería en el abordaje inicial y la prevención de las quemaduras en niños producidas en el hogar. [Tesis de Grado]. Universidad de Cantabria; 2016. https://repositorio.unican.es/xmlui/bitstream/handle/10902/8254/Nebot%20Fernandez%20C.pdf;sequence=1
67. Moya Rosa E, Moya Corrales Y, Labrada Rodríguez Y. Quemaduras en edad pediátrica. Rev Arch Med Camagüey. 2015;19(2). https://www.redalyc.org/articulo.oa?id=211138818006
68. Jelin E, Valdés T, Valdés X. La familia en la Argentina: Modernidad, crisis económica y acción política. FLACSO-Chile; CEDEM; 2005. https://repositorio.cedes.org/handle/123456789/2391
69. Louro Bernal I. Enfoque familiar en el análisis de la situación de salud. RevCubHigEpidemiol. 2011;49(2):151-153. https://www.redalyc.org/pdf/2232/223221362001.pdf
70. Wainerman C. Conyugalidad y paternidad: ¿Una revolución estancada? En: Gutiérrez M, editor. Género, familias y trabajo: Rupturas y continuidades. Desafíos para la investigación política. CLACSO, Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales; 2007. p. 179-222. https://bibliotecavirtual.clacso.org.ar/ar/libros/grupos/gutierrez/09Wainerman.pdf
71. Jelin E. Las familias latinoamericanas en el marco de las transformaciones globales: Hacia una nueva agenda de políticas públicas. En: Arriagada I, editor. Políticas hacia las familias, protección e inclusión sociales. CEPAL; 2005. https://dds.cepal.org/eventos/presentaciones/2005/0628/Elizabeth_Jelin.pdf
72. Ortale M. Acerca de la crianza: Reflexiones sobre el bienestar infantil. En: Reichenbach J, Fontana S, Gómez W, editores. Pediatría en Red. 1ª ed. La Plata; 2015. p. 116-120. https://www.ms.gba.gov.ar/ssps/repositorio/libros/elec187.pdf
73. Bertolotto A, Fuks A, Rovere M. Atención Primaria de Salud en Argentina: proliferación desordenada y modelos en conflicto. Saúdeem Debate. 2012;36(94):362-374. https://www.scielo.br/pdf/sdeb/v36n94/a09v36n94.pdf
74. Wainerman C, comp. Viviendo en familia: Ayer y hoy. En: Vivir en familia. Losada/UNICEF; 1994. https://www.catalinawainerman.com.ar/pdf/Viviendo-en-familia-ayer-y-hoy.pdf
75. Pérez-Cuevas R, Muñoz-Hernández O. Importancia de la salud pública dirigida a la niñez y la adolescencia en México. Bol Med Hosp Infant Mex. 2014;71(2). http://www.scielo.org.mx/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1665-11462014000200010
76. Moreno Zavaleta M. Interacciones vinculares en el sistema de cuidado infantil en contextos de pobreza y desnutrición crónica temprana: centro poblado Mi Perú distrito de Ventanilla Callao-Perú [Tesis de Doctorado]. Universidad de Manizales; 2012. https://biblioteca.clacso.edu.ar/Colombia/alianza-cinde-umz/20130402125354/TesisMariaTeresaMorenoZavaleta.pdf
77. Amar J, Palacio Sañudo J, Madariaga Orozco C, Abello Llanos R, Reyes Aragón C, Castro Correa A, et al. Infantia: Prácticas de cuidado en la primera infancia. Editorial Universidad del Norte; 2016.
78. Jacob A, Remorini C, Teves L. Redes de apoyo para el cuidado infantil en el Partido de La Plata. Una aplicación de métodos mixtos para el análisis del capital social. Investig Joven. 2019;6(Especial):130-131. https://revistas.unlp.edu.ar/InvJov/article/view/7001
79. Gorrita Pérez R, Barrientos López G, Gorrita Pérez Y. Factores de riesgo, funcionamiento familiar y lesiones no intencionales en menores de cinco años. RevCiencMéd La Habana. 2016;22(1). https://revcmhabana.sld.cu/index.php/rcmh/article/view/926/1337
80. Velásquez Londoño L. El enfoque de salud familiar y comunitaria en la cooperación técnica de la OPS/OMS. Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional de Entre Ríos; 2005. http://www.fcs.uner.edu.ar/revistamaestriasfc/sites/default/files/Londo%C3%B1o%20Luis.pdf
81. Pepe J. Salud familiar y comunitaria [Diapositiva de PowerPoint]. Facultad de Ciencias de la Salud, Universidad Nacional de Entre Ríos; 2004.
82. Vasco Uribe A. Estructura y Proceso en la conceptualización de la enfermedad. RevFacNac Salud Pública. 1987;1(1):117-137. https://bibliotecadigital.udea.edu.co/bitstream/10495/8188/1/VasoAlberto_1988_EstructuraProcesoConceptoEnfermedad.pdf
83. Farré J. El grupo familiar como primer vehiculizador de pautas y normas. Su estructura y dinámica. RevElectrFacPsicol. 2011;(50). http://intersecciones.psi.uba.ar/index.php?option=com_content&view=article&id=416&Itemid=34
84. Jiménez Morago J. Prevención de riesgos domésticos y accidentes infantiles. Curso Hispano Luso de Prevención de las Deficiencias, Huelva; 2000. https://www.siis.net/docs/ficheros/200405030006_24_0.pdf
85. Agrest A. Prevención de enfermedades y medicina preventiva. Medicina (B Aires). 2009;69(3):382-386. https://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0025-76802009000400019&lng=es&tlng=es
86. Silva Hernández F. Principio de prevención y precautorio en materia ambiental. RevJuríd Derecho. 2019;8(11):92-106. http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2413-28102019000200006
87. Vignolo J, Vacarezza M, Álvarez C, Sosa A. Niveles de atención, de prevención y atención primaria de la salud. Arch Med Interna. 2011;33(1):11-14. http://www.scielo.edu.uy/pdf/ami/v33n1/v33n1a03.pdf
88. Chuy L, Espinosa Abreu M, AtiesSavon M, García Aucio Y. Accidentes o lesiones no intencionales en la infancia. RevInf Científica. 2016;95(6):1019-1028. http://www.revinfcientifica.sld.cu/index.php/ric/article/view/61/1531
89. Romero L, Sáenz Paredes C, Solano M, Vergara F. Quemaduras pediátricas: retrospección para prevenir. Rev Posgrado VIa Cátedra Med. 2005;(143):1-5. https://med.unne.edu.ar/revistas/revista143/1_143.htm
90. Kendrick D, Mulvaney CA, Ye L, Stevens T, Mytton JA, Stewart-Brown S. Parenting interventions for the prevention of unintentional injuries in childhood. Cochrane DatabaseSyst Rev. 2013;(3). https://doi.org/10.1002/14651858.CD006020.pub3
91. Medina Sisalima C, Velecela Pando M. Conocimientos, actitudes y prácticas de los cuidadores de niños menores de 5 años en prevención de quemaduras, Cuenca, Ecuador [Tesis de Grado]. Universidad de Cuenca; 2018. http://dspace.ucuenca.edu.ec/handle/123456789/31702
92. Iñón A. Manual de Prevención de Accidentes. 2a ed. Buenos Aires: FUNDASAP; 2005. https://www.sap.org.ar/docs/profesionales/manual_accidentes.pdf
93. Morrongiello B, McArthur B. Supervisión Parental para Prevenir Lesiones. CEECD |Habilidades Parenterales; 2014. https://www.enciclopedia-infantes.com/pdf/expert/habilidades-parentales/segun-los-expertos/supervision-parental-para-prevenir-lesiones
94. MindaAlmagor A. Factores influyentes asociados en la aparición de accidentes domésticos en niñas y niños menores de 5 años, atendidos en el Servicio de Emergencia del Hospital San Vicente de Paúl, de la Ciudad de Ibarra en el período noviembre 2010 a julio del 2011 [Tesis de Grado]. Universidad Técnica Del Norte; 2013. http://repositorio.utn.edu.ec/handle/123456789/1238
95. Esparza Olcina MJ. Prevención de lesiones infantiles por accidente doméstico. Recomendación. En: Recomendaciones PrevInfad / PAPPS [en línea]. Actualizado noviembre de 2008. https://previnfad.aepap.org/monografia/accidentes-domesticos
96. Stach P, Molise C, Fiorentino J, Caorsi N, Castañeira S, Vargas A, et al. Lesiones no intencionales por vehículos a motor en pediatría. Estudio epidemiológico en pacientes internados en el Hospital de Niños “Ricardo Gutiérrez”. Rev Pediátrica Hosp Niños Buenos Aires. 2018;60(269):144-167. http://revistapediatria.com.ar/wp-content/uploads/2018/07/269-02-Lesiones.pdf
97. Carreira Vidal M. Prevención de las quemaduras en niños (I): Una perspectiva dentro del marco de la Educación para la Salud. Proyecto Lumbre: RevMultidiscipInsuf Cutánea Aguda. 2017;53-58. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=6251657
98. Esparza M, Mintegi S, eds. Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil. Asociación Española de Pediatría, Fundación MAPFRE; 2016. https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/guia-padres-prevencion-lesiones-no-intencionadas.pdf
99. Junta de Extremadura. Guía actividades preventivas y promoción de la salud en la infancia y adolescencia [PDF]. 2007. https://www.spapex.es/sites/default/files/guia_actividades_preventivas_inf_adol.pdf
100. Secretariado Técnico del Consejo Nacional para la Prevención de Accidentes. Modelo para la Prevención de Quemaduras en Grupos Vulnerables en México. México, Distrito Federal; 2016. https://www.gob.mx/cms/uploads/attachment/file/207108/ModeloQuemaduras.pdf
101. Benítez T. Principales accidentes por edades. En: Esparza M, Mintegi S, editores. Guía para padres sobre la prevención de lesiones no intencionadas en la edad infantil. Asociación Española de Pediatría, Fundación MAPFRE; 2016. p. 03-115. https://www.aeped.es/sites/default/files/documentos/capitulo_3_0.pdf
102. Paliwoda A. Acerca de los límites en la primera infancia. [Tesis de Grado]. Universidad de la República; 2020. https://www.colibri.udelar.edu.uy/jspui/bitstream/20.500.12008/27477/1/tfg_ana_paliwoda_-_2020_0.pdf
103. Barimboim D. Sociedad de consumo. Una tarea dilemática para los padres de hoy: la puesta de límites. Rev ChakiñanCienc Soc Humanid. 2020;(11):109-20. https://www.redalyc.org/journal/5717/571764774009/html/
104. Morrongiello B. Caregiver Supervision and Child-Injury Risk: I. Issues in Defining and Measuring Supervision; II. Findings and Directions for Future Research. J Pediatr Psychol. 2005;30(7). https://academic-oup-com.translate.goog/jpepsy/article/30/7/536/929956?_x_tr_sl=en&_x_tr_tl=es&_x_tr_hl=es-419&_x_tr_pto=sc
105. Freré Arauz J, Véliz Gavilanes J, Sarco Alemán E, Campoverde Jiménez K. La percepción, la cognición y la interactividad. RevCient Mundo InvestigConoc. 2022;6(2). https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=8410245
106. Palmi J. La percepción: enfoque funcional de la visión. ApuntsEducFís Deportes. 2007;(88):81-5. https://www.redalyc.org/pdf/5516/551656954012.pdf
107. Salgado Guzmán O. El papel de la percepción en la toma de decisiones de la alta dirección. Iberofórum. RevCiencSocUnivIberoam. 2011;VI(12):156-73. https://www.redalyc.org/pdf/2110/211022082005.pdf
108. Lazzari L, Moulia P, Gervasoni A. Aportes de las ilusiones ópticas a diferentes campos del conocimiento. Cuad CIMBAGE. 2016;(18):81-107. https://www.redalyc.org/pdf/462/46247652006.pdf
109. Arias Castilla C. Enfoques teóricos sobre la percepción que tienen las personas. HorizPedag. 2006;8(1):9-22.
110. Oviedo G. La definición del concepto de percepción en psicología con base en la Teoría Gestalt. RevEstud Soc. 2004;(18):89-96. http://www.scielo.org.co/pdf/res/n18/n18a10.pdf
111. Martín Jorge M. Implicaciones epistemológicas de la noción de forma en la psicología de la Gestalt. Rev Hist Psicol. 2010;31(4):37-50. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=3399028
112. Encinas Huarachi I, Pareja M. Percepción y significación de la actitud gestáltica en adolescentes del hogar “Casa Esperanza”. RevPsicol. 2020;(24). http://www.scielo.org.bo/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S2223-30322020000200006&lng=es&nrm=iso&tlng=es
113. Covarrubias P. Percepción directa: detectando las propiedades relacionales permanentes en los patrones de estimulación cambiantes. RevPsicolUniv Antioquia. 2022;14(2):105-29. https://doi.org/10.17533/udea.rp.e350102
114. Contreras Kallens P. Percepción directa. El enfoque ecológico como alternativa al cognitivismo en la percepción. [Tesis de Pregrado]. Universidad de Chile; 2012. https://repositorio.uchile.cl/handle/2250/113758
115. Testa A, Agüero G. Problemas epistemológicos y empíricos de la percepción. EpistemolHistCienc. 1999;5(5). https://rdu.unc.edu.ar/bitstream/handle/11086/3209/72%20%20Problemas%20epistemologicos.pdf?sequence=1&isAllowed=y
116. Carrillo Bolaños C. De Fontana a Gregory: Teoría del conocimiento y escritura de la historia. ResearchGate. 2019. https://www.researchgate.net/publication/332974477_DE_FONTANA_A_GREGORY_TEORIA_DEL_CONOCIMIENTO_Y_ESCRITURA_DE_LA_HISTORIA
117. EchemendíaTocabens B. Definiciones acerca del riesgo y sus implicaciones. Rev Cub Hig Epidemiol. 2011;49(3):470-81. http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1561-30032011000300014&lng=es&nrm=iso&tlng=es
118. Torvisco J. Acercamiento general al riesgo. En: Torvisco J, La Rocca G, editores. En torno al riesgo. Contribuciones de diferentes disciplinas y perspectivas de análisis. PASOS; 2018. https://srala.org/wp-content/uploads/2018/05/En-torno-al-Riesgo.pdf
119. Bañeres J, Orrego C, Suñola R, Ureña V. Los sistemas de registro y notificación de efectos adversos y de incidentes: una estrategia para aprender de los errores. Rev Calidad Asistencial. 2005;20(4):216-22. https://www.elsevier.es/es-revista-revista-calidad-asistencial-256-articulo-los-sistemas-registro-notificacionefectos-13075840
120. Freidin F, Slapak S. Accidentes en niños: Estudio de caso. Anu Investig. 2012;19(1):233-41. https://www.scielo.org.ar/pdf/anuinv/v19n1/v19n1a24.pdf
121. Rodríguez Salazar V, García Raga M, Morales Torres G, Sánchez Pérez Y. Factores de riesgo asociados a los accidentes en el hogar en preescolares. Multimed. 2012;16(1). https://www.medigraphic.com/pdfs/multimed/mul-2012/mul121k.pdf
122. Santos L, Rojas Á, Laverde A. Accidentalidad en la infancia: principales riesgos y prevención. 2019. https://repositorio.konradlorenz.edu.co/handle/001/2582
123. Maiztegui C, director. Niñez y riesgo ambiental en Argentina. 1ª ed. Programa Naciones Unidas para el Desarrollo – PNUD Argentina, Defensor del Pueblo de la Nación, Unicef Argentina, Organización Panamericana de la Salud – OPS, Oficina Internacional del Trabajo; 2010. https://www.dpn.gob.ar/documentos/II_201000001.pdf
124. Fernández M, Jara I, Lovatto R, Pavón L, Auchter M, Rott M. Características de las lesiones no intencionales domésticas en niños entre 5 y 10 años que residen en barrios de Corrientes Capital, 2022. Notas De Enfermería. 2022;24(42):46-57. https://revistas.unc.edu.ar/index.php/notasenf/article/view/42912/42990
125. Aguayo B. Manejo inicial de las quemaduras. RevChilPediatr. 1999;70(4). https://scielo.conicyt.cl/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0370061999000400014&lng=en&nrm=iso&tlng=en
126. Ministerio de Inclusión Económica y Social. Investigación “Niñas y adolescentes cuidadoras: un análisis del trabajo de cuidados de sus hermanos y hermanas menores”. Ministerio de Inclusión Económica y Social; 2013. https://info.inclusion.gob.ec/phocadownloadpap/estudios/desarrollo_infantil_integral/2013/investigacion_ninas_y_adolescentes_cuidadoras_un_analisis_del_trabajo_de_cuidados_de_sus_hermanos_y_hermanas_menores.pdf
127. Franco Ordaz A, Sevilla Godínez R. Accidentes o lesiones no intencionales: una perspectiva social. Psicol Salud. 2021;31(2):249-54. https://psicologiaysalud.uv.mx/index.php/psicysalud/article/view/2693
128. Restrepo J. El concepto de riesgo: avances hacia un modelo de percepción de riesgo en salud. Rev Psicoespacios. 2016;10(16):174-200. http://revistas.iue.edu.co/index.php/Psicoespacios
129. Commodari E, La Rosa V, Coniglio M. Health risk perceptions in the era of the new coronavirus: are the Italian people ready for a novel virus? A cross-sectional study on perceived personal and comparative susceptibility for infectious diseases. Public Health. 2020;187:8-14. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0033350620303310?via%3Dihu
130. Ferrer R, Klein W. Risk perception and health behavior. Curr Opin Psychol. 2015;5:85-9. doi:10.1016/j.copsyc.2015.03.012
131. Luciano C. Riesgo de accidentes y zoonosis: percepción y actitudes en Productores Tamberos Asociados a Cooperativa Tamberos Paraná de la Provincia de Entre Ríos. [Tesis de Maestría]. Universidad Nacional Del Litoral; 2014. repositorio.inta.gob.ar/xmlui/bitstream/handle/20.500.12123/6810/INTA_CREntreRios_EEAParana_Luciano_CI_Riesgo_de_accidentes_y_zoonosis.pdf?sequence=1&isAllowed=y
132. Leyva Pacheco J. El efecto del clima de seguridad en la percepción de riesgos laborales en una fábrica textil. [Tesis de Maestría]. Centro de Investigación Científica y de Educación Superior de Ensenada, México; 2012. https://colef.repositorioinstitucional.mx/jspui/bitstream/1014/235/1/TESIS%20-%20Leyva%20Pacheco%20Julieta%20Amada.pdf
133. Carbonell Siam A, Torres Valle A. Evaluación de percepción de riesgo ocupacional. Ing Mecánica. 2010;13(3):18-25. https://www.redalyc.org/pdf/2251/225117651003.pdf
134. Ley García J, Denegri de Dios F. Permanencia y cambio en la percepción de los peligros urbanos. Rev geogr Norte Gd. 2021;(79):83-102. https://dx.doi.org/10.4067/S0718-34022021000200083
135. Leeberk R, Anuradha R, Kuryan G, Anuratha B. Perception of unintentional childhood injuries among mothers in rural South India. Indian J PublicHealth. 2017;61(3):211-4. https://doi.org/10.4103/ijph.ijph_162_16
136. Sevilla-Godínez R, García-De Alba J, Torres-Mendoza B. Creencias de los cuidadores de niños sobre la prevención de lesiones no intencionales, según sus experiencias. Rev Mex Pediatr. 2021;88(2). https://www.medigraphic.com/pdfs/pediat/sp-2021/sp212b.pdf
137. Menon G, Raghubir P, Agrawal N. Health Risk Perceptions and Consumer Psychology. Soc Sci Res Netw Electron J. 2006. https://www.researchgate.net/publication/228234582_Health_Risk_Perceptions_and_Consumer_Psychology
138. Chen LS, Kaphingst KA. Percepciones de riesgo e historia familiar de cáncer de pulmón: diferencias por estado de tabaquismo. Genómica Salud Pública. 2010;14(1):26-34. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/20375490/
139. Pell del Río S, Ruiz A, Torres Valle A. Determinación de la percepción de riesgo de la población ante los productos químicos peligrosos. Rev Cubana Salud Pública. 2017;43(2). https://www.scielosp.org/pdf/rcsp/2017.v43n2/139-148
140. Ullilen–Marcilla C, Garrigou A. La influencia de la percepción del riesgo en la utilización de los equipos de protección individual contra los pesticidas. Laboreal. 2016;12(1). https://journals.openedition.org/laboreal/2850?lang=en
141. Oros L. Locus de control: Evolución de su concepto y operacionalización. Rev Psicol Univ Chile. 2005;XIV(1). https://www.researchgate.net/publication/242587196_Locus_de_control_Evolucion_de_su_concepto_y_operacionalizacion_Locus_of_control_Concept_development_and_operationalization
142. Contreras F, Esguerra G, Londoño X. Hábitos y creencias relacionadas con la salud en un grupo de adolescentes escolarizados de Bogotá. Diversitas PerspectPsicol. 2005;1(1):88-95. https://www.redalyc.org/pdf/679/67910109.pdf
143. Rubio Romero J. La percepción de los padres del riesgo de accidente infantil en la Comunidad de Madrid. Sistema Europeo de Vigilancia de los Accidentes en el Ámbito Doméstico y del Ocio (EHLASS). Doc Técnico Salud Pública. 1993;1(35). http://www.madrid.org/cs/Satellite?blobcol=urldata&blobheader=application%2Fpdf&blobkey=id&blobtable=MungoBlobs&blobwhere=1202779005237&ssbinary=true
144. CurcoyBarcenilla A, Trenchs Sainz V, Herrero Fernández J, Hernández García M, Torrús López I, Pou Fernández J, et al. Conocimientos en seguridad infantil de los padres de niños de 1 a 4 años. RevEsp Salud Pública. 2018;92. https://scielo.isciii.es/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1135-57272018000100219
145. Morrongiello B, Dayler L. A community-based study of parents’ knowledge, attitudes and beliefs related to childhood injuries. Can J Public Health. 1996;87(6):383-388. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/9009394/
146. Owens D. Parental perceptions of unintentional injury risks to children. Int J Health Promot Educ. 2012;50(1). https://www.tandfonline.com/doi/full/10.1080/14635240.2012.661953?scroll=top&needAccess=true&/
147. Centro de Estudios Socio-Culturales. Informe final: Estudio de percepción de riesgo para la salud en adolescentes, asociada a la exhibición de cigarrillos en dispensadores de los puntos de venta, de la Región Metropolitana, Chile, 2015. 2016. http://www.eligenofumar.cl/wp-content/uploads/2015/04/Estudio-de-percepci%C3%B3n-de-riesgo-en-adolescentes-asociada-a-exhibici%C3%B3n-de-cigarrillos-informe.pdf
148. Ablewhite J, Kendrick D, Watson M, Shaw I. Maternal perceptions of supervision in pre-school-aged children: a qualitative approach to understanding differences between families living in affluent and disadvantaged areas. Prim Health Care Res Dev. 2015;16(4):346-55. https://pubmed.ncbi.nlm.nih.gov/24871079/
149. Zúñiga Bolívar S, Bustamante de la Cruz A. Prevalencia y factores asociados a los conocimientos sobre lesiones ocurridas en el hogar en cuidadores de niños menores de 5 años. RevUnivInd Santander Salud. 2022;54. http://www.scielo.org.co/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0121-08072022000100308
150. Stajnolovic M. Percepción social de riesgo: una mirada general y aplicación a la comunicación de salud. RevComun Salud. 2015;5:96-107. https://www.researchgate.net/publication/297730800_Percepcion_social_de_riesgo_una_mirada_general_y_aplicacion_a_la_comunicacion_de_salud
151. Baquerin de Riccitelli MT, Scaricabarozzi R. Una aproximación al concepto de la percepción de riesgo: la participación de los medios de comunicación. Ecos Comun. 2013;6(6). https://repositorio.uca.edu.ar/bitstream/123456789/6879/1/aproximacion-concepto-percepcion-riesgo.pdf
152. Foa Torres JG. Entre lo riesgoso y lo político: hacia una teoría posmarxista del riesgo. Rev Filos Teor Polít. 2016;(47). https://www.rfytp.fahce.unlp.edu.ar/article/view/RFyTPe004/html
153. Muñoz-Duque LA, Arroyave O. Percepción del riesgo y apego al lugar en población expuesta a inundación: un estudio comparativo. PensamPsicol. 2017;15(2):79-92. https://www.redalyc.org/pdf/801/80152474007.pdf
154. Mikulic IM, Cassullo G, Fernández G, Giardina E, Paolo A, Caballero R, et al. Estudio de la valoración de las situaciones de riesgo en estudiantes universitarios desde la perspectiva de la psicología ambiental. Trabajo presentado en el IV Congreso Internacional de Investigación y Práctica Profesional en Psicología, Facultad de Psicología, Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires; 2012. https://www.aacademica.org/000-072/49.pdf
155. Cid Ortiz G, Castro Correa C, Rugiero de Souza V. Percepción del riesgo en relación con capacidades de autoprotección y autogestión, como elementos relevantes en la reducción de la vulnerabilidad en la Ciudad de la Serena. Rev INVI. 2012;27(75):105-142. https://www.redalyc.org/pdf/258/25825163004.pdf
156. Rodríguez I, Martínez M, López M. El riesgo percibido por el trabajador de la construcción: ¿qué rol juega el oficio? Rev Constr. 2013;12(3):83-90. https://scielo.conicyt.cl/pdf/rconst/v12n3/art10.pdf
157. Schipper L. Por qué reconocer el rol de la cultura en la reducción del riesgo de desastres. Alianza CDKN; 2014. https://cdkn.org/2014/08/opinion-por-que-reconocer-el-rol-de-la-cultura-en-la-reduccion-del-riesgo-de-desastres/?loclang=es_es
158. Salazar X, Cáceres C, Maiorana A, Rosasco A, Kegeles S, Coates T. Influencia del contexto sociocultural en la percepción del riesgo y la negociación de protección en hombres homosexuales pobres de la costa peruana. CadSaude Publica. 2006;22(10):2097-2104. https://www.scielo.br/j/csp/a/gMRpzSVfX7SysJWhkHfCv6Q/?lang=es&format=pdf
159. Vera-Villarroel P, Cortés L, Gutiérrez M, Díaz P. Propiedades psicométricas de un instrumento de creencias, conocimientos y conductas para la prevención de quemaduras en niños (IPQN). Ter Psicol. 2004;22(2):123-129. https://www.redalyc.org/exportarcita.oa?id=78522203
160. García-Ubaque C. Hábitos saludables de los trabajadores de una Institución Hospitalaria Pública De Alta Complejidad En Bogotá. [Tesis de Doctorado]. Universidad Nacional de Colombia; 2011. https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/7670/5973912011.pdf?sequence=1&isAllowed=y
161. Salamanca A, Giraldo C. Modelos cognitivos y cognitivo sociales en la prevención y promoción de la salud. Rev Vanguardia Psicol Clínica Teórica Pract. 2011;2(2):185-202. https://www.academia.edu/49363266/Modelos_Cognitivos_y_Cognitivo_Sociales_en_La_Prevenci%C3%B3n_y_Promoci%C3%B3n_De_La_Salud
162. García del Castillo J. Concepto de percepción de riesgo y su repercusión en las adicciones. Salud Drogas. 2012;12(2):133-151. https://www.redalyc.org/pdf/839/83924965001.pdf
163. Moreno San Pedro E, Roales-Nieto J. El Modelo de Creencias de Salud: Revisión Teórica, Consideración Crítica y Propuesta Alternativa. I: Hacia un Análisis Funcional de las Creencias en Salud. RevIntPsicolTerapPsicol. 2003;3(1):91-109. https://www.redalyc.org/pdf/560/56030105.pdf
164. Hernández Martínez H. Modelo de Creencias de Salud y obesidad. Un estudio de los adolescentes de la Provincia de Guadalajara. [Tesis Doctoral]. Universidad de Alcalá; 2010. https://ebuah.uah.es/dspace/bitstream/handle/10017/9024/TESIS%20HELENA%20HERNANDEZ%20MARTINEZ.pdf?isAllowed=y&sequence=1
165. Paredes Garavito O. Diseño y evaluación del impacto de un programa de intervención basado en la Teoría de la Acción Razonada sobre el comportamiento de matoneo en estudiantes escolares. [Tesis de Maestría]. Universidad Nacional de Colombia; 2009. https://repositorio.unal.edu.co/bitstream/handle/unal/3212/Tesis_Olga_Luc%C3%ADa_Paredes_Garavito.pdf?sequence=1
166. Pardo Lozano S. Modelos psicológicos de prevención de lesiones de causa externa y promoción en salud. [Tesis de Grado]. Universidad de San Buenaventura Bogotá; 2018. http://biblioteca.usbbog.edu.co:8080/Biblioteca/BDigital/169579.pdf
167. Osorio Gutiérrez N, Salamanca Santos M, Aristizabal Varón L. En tus zapatos: ¿Cómo mediar conflictos en contextos carcelarios? En: Gutiérrez Quevedo M, Moncayo Albornoz A, editores. Reveses de la política criminal. Universidad Externado de Colombia; 2017. p. 243-276. https://books.openedition.org/uec/1538?lang=es
168. Kazemzadeh J, Vaghardoost R, Dahmardehei M, Rabiepoor S, Farzan R, AsgharKheiri A, et al. Retrospective Epidemiological Study of Burn Injuries in 1717 Pediatric Patients: 10 Years Analysis of Hospital Data in Iran. Iran J Public Health. 2018;47(4):584-590. https://www.ncbi.nlm.nih.gov/pmc/articles/PMC5996324/pdf/IJPH-47-584.pdf
169. Aktürk U, Erci B. Determination of Knowledge, Attitudes and Behaviors Regarding Factors Causing Home Accidents and Prevention in Mothers with a Child Aged 0-5 Years. J Educ Pract. 2016;7(18). https://files.eric.ed.gov/fulltext/EJ1105879.pdf
170. Padalko A, Gawaziuk J, Chateau D, Sareen J, Logsetty S. Social Determinants Associated with Pediatric Burn Injury: A Population-Based, Case-Control Study. J Burn Care Res. 2020;41(4):743-750. https://pubmed-ncbi-nlm-nih-gov.translate.goog/32352522/
171.Acosta-Farina D, Soria-Tipse A, Barrezueta-Caicedo Y, Velasco-Espinoza J, Delgado-Panchana M, Rivadeneira-Maldonado A. Incidencia de quemaduras en el hospital de niños Dr. Roberto Gilbert Elizalde, 2014-2020. Guayaquil-Ecuador. ArchMed (Manizales). 2022;22(1). https://doi.org/10.30554/archmed.22.1.4215.2022
172. Rizo González R, Franco Mora M, Olivares Louhau E, Gonzáles Sánchez O, Sánchez Soto Z. Factores relacionados con las quemaduras en niños y niñas remitidos desde el nivel primario de atención. MEDISAN. 2014;18(7). http://scielo.sld.cu/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1029-30192014000700003
173. Holden MR, Watson MC, Clifford MJ. Parents’ perceptions of unintentional paediatric burn injuries – A qualitative study. Burns. 2020;46(5):1179-1192. https://www.sciencedirect.com/science/article/abs/pii/S0305417919306473?via%3Dihub
174. Durand Baquero J. Influencia de los materiales de prevención de la estrategia Colombia sin quemados en la percepción del riesgo en cuidadores de la ciudad de Bogotá sobre las quemaduras en el hogar en los niños a su cuidado. [Tesis de Maestría]. Universidad de los Andes; 2021. https://repositorio.uniandes.edu.co/bitstream/handle/1992/51332/23685.pdf?sequence=1&isAllowed=y
175. Salas A, Muñoz I, Sierra M, Merchan Galvis A, Castro O, Bonilla J, et al. Quemaduras en menores de cinco años en Popayán, Colombia: creencias, conocimientos y prácticas. RevPediatr. 2015;48(1). https://www.sciencedirect.com/science/article/pii/S0120491215000051
176. Muñoz Rojas I, Salas Mesías A. Quemaduras en menores de cinco años de edad en el Cauca: conocimientos, actitudes y prácticas (2011-2014). [Tesis de Especialización]. Universidad del Cauca; 2014. https://www.academia.edu/38675369/Quemaduras_en_menores_de_cinco_a%C3%B1os_en_el_Cauca_conocimientos_actitudes_y_pr%C3%A1cticas
177. Belén F, Tramonti N, Basílico H. Epidemiología de las quemaduras en una unidad de alta complejidad. Rev Argent Quemaduras. 2013;23(2). http://www.fundacionbenaimorg.ar/raq/revista-agosto-RAQ-2013.pdf
178. Becerra L, Miranda A, Obando F. Incidencia de niños quemados a causa de accidentes domésticos. [Tesis de Grado]. Universidad Nacional de Cuyo; 2016. https://bdigital.uncu.edu.ar/objetos_digitales/8495/becerra-laura.pdf
179. Argentina.gob.ar. Cómo llegar a Formosa. https://www.argentina.gob.ar/formosa/llegar#1
180. Kalafattich S. Barrios, asentamientos y núcleos poblados en el ejido urbano ampliado de la ciudad de Formosa: Caracterización y cartografía. En: Universidad Nacional de Formosa, Facultad de Humanidades, editor. Actas Congreso Internacional de Geografía – 78ª Semana de la Geografía. Formosa: Universidad Nacional de Formosa; 2017. p. 147-51. https://gaea.org.ar/ACTAS_2017/KALAFATTICH_SANTIAGO.pdf
181. Ministerio del Interior. Formosa 2015: El plan de inversiones que conduce a la visión de provincia de largo plazo. Argentina: Ministerio del Interior; 2015. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/plan_estrategico_formosa_2015.pdf
182. Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca. Estrategia Provincial para el sector agropecuario: Provincia de Formosa. Argentina: Ministerio de Agricultura, Ganadería y Pesca; 2022. https://www.argentina.gob.ar/sites/default/files/2023/05/formosa_2022.pdf
183. Ministerio de Hacienda. Formosa: Informe sintético de caracterización socio-productiva. Argentina: Ministerio de Hacienda; 2018. http://www2.mecon.gov.ar/hacienda/dinrep/Informes/archivos/formosa.pdf
184. Mirassou C. Sistema de salud pública y comunidades indígenas de la Provincia de Formosa. Medicina (B Aires). 2013;73(5). http://www.scielo.org.ar/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S0025-76802013000600014
185. Douglas M. La aceptabilidad del riesgo según las ciencias sociales. Buenos Aires: Paidós; 1985.
186. Jacinto G, Carrizo S, Gil S. Energía y pobreza en la Argentina. Petrotecnia. 2018;(3). https://www.petrotecnia.com.ar/junio18/Petro/EnergiaPobreza.pdf