Editorial

Pandemia COVID-2019: una extraordinaria sobrecarga de trabajo y de exposición para los trabajadores de la salud

COVID-2019 pandemic: an extraordinary work and exposure overload for health workers

 

Necesidad de extremar el cuidado de la piel del personal de salud por el uso prolongado de EPP

En todo el mundo, mientras millones de personas se quedan en sus hogares para minimizar la transmisión del SARS-CoV-2, los trabajadores de la salud se preparan para hacer exactamente lo contrario. Irán a clínicas y hospitales, poniéndose en alto riesgo con COVID-2019.

Las cifras de la Comisión Nacional de Salud de China muestran que más de 3300 trabajadores de la salud han sido infectados a principios de marzo y, según los medios locales, a fines de febrero al menos 22 habían muerto. En Italia, el 20% de los trabajadores sanitarios que respondieron estaban infectados, y algunos han muerto. Los informes del personal médico describen el agotamiento físico y mental, el tormento de las decisiones difíciles de triage y el dolor de perder pacientes y colegas, todo además del riesgo personal de infección.

A medida que la pandemia se acelera, el acceso al Equipo de Protección Personal (EPP) para los trabajadores de la salud es una preocupación clave. El personal de salud tiene prioridad en muchos países, pero la escasez de EPP se ha descrito en las instalaciones más afectadas. Algunos miembros del personal de salud esperan equipo mientras ya atienden a pacientes que pueden estar infectados o que reciben equipos que pueden no cumplir con los requisitos.

Además de las preocupaciones por su seguridad personal, los trabajadores de la salud están preocupados por transmitir la infección a sus familias. Aquellos, además, cuidan a padres ancianos o niños pequeños y se verán drásticamente afectados por el cierre de escuelas, las políticas de distanciamiento social y la interrupción en la disponibilidad de alimentos y otros elementos esenciales.

Los sistemas de atención de salud a nivel mundial podrían estar funcionando a una capacidad superior a la máxima durante muchos meses. Pero los trabajadores de la salud, a diferencia de los respiradores o el equipamiento de las salas, no pueden fabricarse con urgencia ni funcionar al 100% de su ocupación durante largos períodos.

Es vital que los gobiernos vean a los trabajadores de la salud no simplemente como peones del ajedrez, sino como seres humanos. En la respuesta global, se debe garantizar la seguridad de los mismos. La provisión adecuada de EPP es sólo el primer paso; se deben considerar otras medidas prácticas, incluida la cancelación de eventos no esenciales para priorizar los recursos; provisión de alimentos, descanso y apoyo familiar; y apoyo psicológico.

La piel es nuestra primera línea de defensa contra el medio ambiente y está expuesta continuamente a fuerzas mecánicas y químicas. Sus características protectoras se pueden ver alteradas cuando está bajo agresión constante como puede ser la utilización continua de dispositivos médicos (EPP). Estos factores pueden ser físicos como la presión, tensión, fricción y cizalla o bien como la humedad y la temperatura. Estos factores están directamente asociados al desarrollo de Úlceras por Presión (UP), lesiones por fricción y desgarros cutáneos. La mayoría de las publicaciones relacionadas con la prevención y el tratamiento de estas lesiones están mayoritariamente asociadas a lesiones del paciente y no del profesional sanitario. Los dispositivos médicos más referenciados en la literatura son los tubos endotraqueales, sondas nasogástricas, tubos de oxígeno, máscaras de ventilación, catéteres urinarios y collares cervicales. Estas lesiones pueden tanto incrementar el riesgo de infección y muerte, causar dolor y cicatrices, que pueden ser visibles, originando angustia, pueden provocar la caída del pelo, alterar la imagen corporal y reducir la calidad de vida, como incrementar el tiempo de hospitalización y aumentar los costos, recursos y tiempos de enfermería. El EPP debe de ser elegido según el nivel de cuidados prestados,  Sin embargo, la utilización prolongada y continua de mascarillas faciales, de respiradores y gafas/viseras son responsables de las fuerzas de fricción y presión constantes ejercidas en los tejidos que provocan lesiones en la piel. Datos epidemiológicos revelan que las lesiones asociadas al uso de mascarillas N95 son las más frecuentes.

Según los profesionales, las lesiones más frecuentes son acné (59,6%), prurito facial (51,4%) y erupciones cutáneas (35,8%). Si logramos reducir estas fuerzas físicas, sin alterar la capacidad de seguridad de los EPP, podremos reducir el impacto en los tejidos y mejorar la capacidad de respuesta de la piel a las agresiones constantes. Sabemos que la fricción es determinada por las propiedades de la superficie (textura e hidratación entre otros), de las propiedades de los materiales en contacto (rígidos, suaves, fibrosos, etc.) y también por la influencia de posibles agentes externos (cremas, lociones, ungüentos, entre otros), en combinación con sudor y sebo, que son naturalmente segregados a nivel cutáneo. Como la piel es, por sí sola, una superficie, es importante analizarla de manera que podamos comprender el impacto que pueden tener los factores físicos en sus propiedades. Si hablamos por ejemplo de materiales/tejidos en contacto con la piel, se pueden originar fuerzas de fricción y presión en la superficie que están directamente relacionadas con el nivel de humedad. Estas fuerzas son la combinación necesaria para romper los enlaces de adhesión entre las dos superficies y las fuerzas que causan deformaciones en el área de contacto.

La fricción es, generalmente, medida por el coeficiente de fricción (CF) que es calculado cuando una superficie está en contacto con otra y es arrastrada en una dirección sobre la misma. El CF entre la piel y los materiales externos varía en función de la naturaleza de los materiales textiles, la presión del contacto, las propiedades mecánicas de la piel, el tipo de movimiento y la humedad del ambiente y de la propia piel. Esto puede explicar las lesiones clínicas que se observan  en  varios países. Una vez que los materiales de las mascarillas producen CF en contacto con la piel y no liberan humedad (sudor) en el área de contacto (lo que incrementa aún más el CF), pueden originar elevadas fuerzas de fricción estáticas que dañan la piel. Una vez que la resistencia de la piel disminuye con la humedad, podemos observar que el incremento de las fuerzas de fricción, en sinergia con la poca resistencia de la piel húmeda, contribuye al desarrollo de las lesiones por presión, fricción y desgarros. El uso de las mascarillas durante todo el día y bajo condiciones laborales extremas, produce sudor debido al incremento de volumen de trabajo o estrés mental. Una solución práctica puede ser crear una barrera entre el área de contacto y los EPP.

Lo primero a proteger y a intentar disminuir son los daños a la piel de los profesionales sanitarios, ya que una lesión en la piel bajo la mascarilla puede ser punto de entrada para el coronavirus, así como otras infecciones bacterianas, virales o fúngicas adquiridas en los hospitales, y por eso son tan importantes las medidas de prevención y los cuidados a la piel.

Aún hay muchas preguntas que no podemos responder, tal vez  la más importante referida  a este tema sea si en las secreciones que produce  la quemadura hay la suficiente carga viral como para infectar al profesional de la salud?

Actualmente, los trabajadores de la salud son el recurso más valioso de cada país.

Los miembros del Equipo Interdisciplinario de una unidad de quemados, debemos cumplir con los protocolos de protección  cuando el paciente está infectado con COVID 19 y las autoridades sanitarias serán los responsables de la provisión de los equipos de protección adecuados.

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Lic. Pedro Bilyk                  Dr. Alberto Bolgiani

16 abril, 2020